La capital de las Balears debe ser el lugar del mundo que
más cambia de nombre. Es dudoso que haya una ciudad que cambie su topónimo
oficial con la habitualidad que lo hace Palma, lo cual es bastante lastimoso e
indicativo del nivel de nuestra clase política, que una vez más da muestras de
una persistente capacidad de caer en el ridículo, arrastrándonos a todos con
ellos. Palma o Palma de Mallorca, he ahí la cuestión. Ya han cambiado el nombre
tres veces en menos de diez años y el Partido Popular no renuncia a que haya
una cuarta oportunidad. No es plan despreciar una nueva ocasión para ponerse en
evidencia. Álvaro Gijón y sus
compañeros de bancada debieran darse cuenta de que una cosa es el topónimo, el
que figura en el Estatut d’Autonomia, y otra cosa muy distinta es una marca
comercial con la que promocionarse en las ferias turísticas. Esta confusión es
muy preocupante y aún más sostener que si se suprime “de Mallorca” vendrán
menos turistas. Cuesta contener la risa y no es correcto reírse de un diputado,
aunque mejor sería que él no diera motivos.
Pero como una insensatez tapa a otra y otra cosa no, pero
nuestro Parlament bate récords en esta materia y en la infinita capacidad de
hacernos sonrojar, los diputados de Podem en la comisión de investigación de
las carreteras de Eivissa, emulando a David
Abril de MÉS (que llegó a ser un consumado maestro de las performances pero ya lo ha dejado) están
empeñados en que el Parlament se parezca lo más posible a la barra de un tugurio.
Por eso llevan esas ridículas camisetas negras con mensajitos que solo ellos
son capaces de descifrar. Resulta sonrojante su tenacidad para causar vergüenza
ajena. La nueva política consiste en disfrazarse para ir al Parlament. Y como
el hábito hace al monje, no es de extrañar que luego se comporten como si estuviesen
de copas. Hasta el punto de que a Aitor
Morrás se le escape el verdadero objeto de la oficina anticorrupción, cuyo
nacimiento ha aprobado la Cámara autonómica: investigar al PP. Dado que los
firmantes del Acords pel Canvi nombrarán al director de la oficina inquisitorial,
para asegurarse de que actuará con más criterios políticos que la Abogacía de
la Comunidad, lo que ya es decir, hemos de agradecer la sinceridad del
abigarrado diputado de Podem Eivissa. Todos parecen determinados a denigrar al
máximo la institución que les paga. Con la presidenta Huertas al frente.
(Publicado en Última Hora)
No hay comentarios:
Publicar un comentario