31 diciembre 2016

EL CAMBIO IMPERCEPTIBLE

Este año 2016 los ciudadanos de las Pitiusas somos más ricos que en 2015. Nuestra economía crece más que en el resto de Balears y por encima de la media española, impulsada por el éxito de la industria turística que bate récords en número de visitantes y en gasto medio por turista. Se ha reducido el desempleo con respecto al año pasado y los negocios han podido adelantar el inicio de la temporada turística y retrasar el cierre, alargando el periodo de actividad. Ahora, además, a los turistas que vienen aquí les cobramos un nuevo impuesto que nos permitirá hacer cosas en favor del medio ambiente, aunque aún nadie sabe en qué se gastará el dinero que ya se está recaudando por encima de las previsiones. Este estado de felicidad incuestionable, esta prosperidad tan merecida, viene de la mano de un Govern balear de izquierdas compuesto por dos partidos: PSIB y Més (esta última formación sin apenas implantación en Eivissa y Formentera). En el Consell d’Eivissa, la coalición postelectoral entre PSOE y Podem-Guanyem ha puesto la 5ª velocidad, aunque sea imposible adivinar a dónde vamos, pero eso ¿a quién le importa? En el Consell de Formentera los de Gent per Formentera se entretienen en gestionar la abundancia insistiendo en que conviene comer menos para evitar los problemas que acarrea la obesidad y con los ciudadanos asumiendo que, en efecto, hay que ponerse a régimen, pero mejor empezar mañana. En 2016 no hubo ni limitación de entrada de vehículos, ni cobro de tasa de entrada al paraíso. Las aspiraciones chocan con la cruda realidad.

En líneas generales los problemas de la sociedad Pitiusa siguen siendo los mismos, aunque algunos se han agudizado y amenazan con enquistarse. El más grave de ellos, el acceso a la vivienda, aunque este problema solo lo tienen los que carecen de ella, porque los que sí tienen, contribuyen decididamente a que la crisis adquiera tintes dramáticos alquilando sus pisos y habitaciones a los turistas, ilegalmente, en negro y a precio de oro. En el Hospital de Can Misses no hay radiólogos porque no están dispuestos a que se les vaya el sueldo en pagar un piso, si es que suena la flauta y lo encuentran de casualidad. Los refuerzos de la Guardia Civil en verano, directamente se quedan en Mallorca porque aquí no hay dónde alojarlos. Sa Coma será la solución. Allí sobran los barracones para alojar a todo el mundo. Acuartelar a los trabajadores públicos en una gran casa cuartel que dé servicio a la isla entera. Este es el triste porvenir que nos espera.

La conectividad aérea, el coste de la insularidad -simple y doble-, el deficiente transporte público, la falta de agua de calidad, de infraestructuras educativas que den respuesta al aumento de población, la necesidad de adecuar las carreteras al volumen de tráfico que deben soportar (ahí está el infierno de la carretera de Eivissa a Santa Eulària) son problemas que en mayor o menor medida persisten y a los que se da solución de forma tímida e insuficiente. Pero no todo es malo porque cada día hay más puntos de recarga de vehículos eléctricos que nadie compra, excepto los Consells. Estas son unas islas donde nos regodeamos en solucionar problemas menores, cuando los graves que ponen en peligro nuestro futuro y el crecimiento económico, se pudren y sacan moho. Vivimos por temporadas turísticas y solo nos interesa lo que sucederá entre abril y octubre próximos. ¿Para qué pensar más allá? Los gobiernos del cambio, que iban a cambiar el modelo productivo, al monocultivo turístico y a poner fin a los excesos derivados de la falta de control, aprovechan el tirón y la temporada de vacas gordas. ¿Para qué pensar en las vacas flacas, cuando nadie las ve en el horizonte? Somos más ricos y estamos más gordos que en 2015. Si por mor del sobrepeso surge algún problema de salud, pues culparemos al PP y seguiremos comiendo. El protector gástrico es nuestro mejor aliado. La izquierda protagoniza un gran cambio, pero imperceptible.

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