27 junio 2011

LOS 346 PARADOS

Teresa, una señora de 47 años, lleva desempleada desde 2008. Trabajaba en un hotel del Arenal de camarera de habitaciones, un trabajo de temporada que le permitía sacar adelante a sus dos hijos.
Al empezar la siguiente temporada no la llamaron del hotel. Reducción de personal. Así son las cosas. Al principio sobrevivió con la prestación por desempleo. Luego, al agotarla, pidió la ayuda familiar. Más tarde, los servicios sociales del Ayuntamiento de Palma le pagaron el alquiler unos meses. Ahora es Cáritas quien lo hace, pero sólo el 50%. No hay para más. Ella limpia casas por horas, porque de algo tienen que vivir ella y sus hijos. Pura economía sumergida. Teresa no entiende de política. No llega a tanto.
La trabajadora social del Ayuntamiento la envió al IMFOF. Allí, la apuntaron en la lista de “corporaciones locales”, un programa en el que su perfil encaja a la perfección: parada de larga duración, mayor de 45 años, con menores a su cargo, sin prestaciones de ningún tipo.
Será contratada por el Ayuntamiento durante cuatro meses, a media jornada y dos meses a jornada completa. Deberá hacer cursos para facilitar su reinserción al mercado laboral.
Un par de días antes de empezar, se entera por la prensa que el Ayuntamiento de Palma ha decidido aplazar su contratación y la de 345 parados como ella, hasta septiembre si hay suerte. Ella se va a su oficina del IMFOF y llorando, desesperada, pide explicaciones. ¿Qué le van a decir?
La regidora de Comercio, Trabajo y Juventud, Esperanza Crespí, ha decidido aplazar la contratación de los 346 parados del proyecto ‘Fent Feina’, subvencionado y aprobado por el SOIB, hasta que la conselleria de Turismo y Trabajo les pague las facturas pendientes. 
Teresa sale del IMFOF y se marcha directa a Cáritas a pedir que le ayuden a pagar el alquiler del mes próximo.
Que sea la Administración la que de empleo a los parados de larga duración, no me parece lo más inteligente. Pero suspenderlo como se ha hecho, es una canallada. Cort también debe dinero a muchos proveedores, pero les pide que tengan paciencia y que sigan haciendo el trabajo porque ya cobrarán. Entonces, no hagan ustedes lo contrario. Los 346 del IMFOF se lo agradecerán.

21 junio 2011

CIRCO PENITENCIARIO


Ahora que se nombra a los mejores para ocupar los cargos políticos de las instituciones, creo de justicia proponer para el cargo de coordinador de fiestas y saraos de Palma al señor Manuel Avilés, actual director del centro penitenciario de la ciudad. Creo que es una persona que ha demostrado y demuestra cotidianamente una aptitud fuera de duda en la organización de todo tipo de actos: combates de boxeo, conciertos, comidas multitudinarias, desfiles de modelos, etc. No creo que en la historia de nuestra ciudad haya habido un dinamizador sociocultural –no hablo ya de regidores, que por descontado– como este funcionario público del Cuerpo Especial de Instituciones Penitenciarias de acrisolado currículum y dilatadísima  experiencia profesional. No creo que podamos desperdiciar su sobresaliente talento.

No pasa una semana sin que el señor Avilés salga en los medios de comunicación, ya sea organizando una “pepinada” para que los reclusos se coman los pepinos que Alemania no quiere, ya sea con las reclusas desfilando con diseños de moda, ya sea viendo un concierto de flamenco de Diego “el cigala”, ya sea con iniciativas destinadas a que los presos que consumen droga no gocen del “bis a bis”, y tantas otras que no recuerdo.

No seré yo quien diga que tales iniciativas no son positivas para la población reclusa. Estoy convencido que sucede todo lo contrario. Sin embargo, llama la atención que tal hiperactividad penitenciaria no haya sido copiada al resto de cárceles del Estado, siendo, como estamos convencidos que es, sumamente positiva para los reos. A este ritmo, pronto habrá que dotar a la cárcel de un gabinete de prensa propio. O quizás sea más prudente y discreto hacer el trabajo que corresponde con menor despliegue mediático. Al fin y al cabo, suficiente tienen los presos con estar encerrados como para, además, que les saquen en la prensa fotografiados con el director de la cárcel.

(Publicado en La Gaceta, edición Baleares, el 21 de junio de 2011)

09 junio 2011

UNA CUESTIÓN VITAL


Cort se ha cubierto de gloria en el caso del bombero Alejandro Ribas. Quizá este sea el ejemplo máximo y más dramático de ineficacia administrativa vivida en Palma en los últimos años. Que un trabajador del Cos de Bombers fallezca luchando contra un incendio entra dentro de lo posible. Pero que hayan transcurrido diez meses desde el siniestro y, como denuncian los familiares del fallecido, no haya un informe técnico oficial que establezca lo que sucedió, las causas de la muerte y los responsables de las fatales deficiencias tanto en el material como en la organización de los bomberos de Palma, es deplorable. Lo único que ha hecho el consistorio palmesano es inaugurar una plaza con su nombre en Can Pastilla, muy poco para alguien que dio su vida salvando las de sus conciudadanos.
Si no nos importa como ciudadanos en qué condiciones, con qué medios materiales, con qué preparación, con qué medidas de seguridad trabajan los funcionarios públicos que tienen la obligación de acudir a nuestro rescate si acontece un desastre, ¿cómo podremos exigirles que cumplan debidamente con lo que esperamos de ellos?

Los bomberos, un colectivo de trabajadores admirable, tuvo que ayudar económicamente a la esposa de Ribas y a su hijo de dos años entregándoles parte de lo recaudado con el calendario anual porque, según informaron, en octubre del año pasado aún no se había abonado a su familia el seguro de vida suscrito por Cort. Y además, la seguridad social le denegó la correspondiente pensión a su viuda porque no estaban casados cuando tienen un hijo en común y muchos años de convivencia. Una completa indecencia.
Mientras no haya explicaciones oficiales de las causas del siniestro será imposible actuar para impedir que vuelva a ocurrir. Y por tanto, es una cuestión vital no solo para los bomberos, sino para todos los ciudadanos que dependemos de ellos si algo fatal ocurre. Y ocurre todos los días, aunque no queramos verlo.