06 noviembre 2012

UN TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE VAGOS Y VIVIDORES

Se anuncia que al fin el Tribunal Constitucional avalará la ley del matrimonio homosexual por seis votos de los magistrados progresistas frente a cinco de los conservadores. Han trascurrido siete años y cinco meses desde su entrada en vigor. ¿Se imaginan que tras todo este tiempo sus señorías declarasen inconstitucional esta Ley?

Varias decenas de miles de homosexuales han contraído matrimonio y han tenido que vivir preocupados durante años por su situación jurídica, por las consecuencias de un recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP de forma irresponsable.

Miles de homosexuales hemos vivido con el temor de que el Constitucional perpetrase un atentado contra todos nosotros, afianzando una discriminación por razón de orientación sexual a perpetuidad y empujándonos a aborrecer una Constitución que muchos no votamos y que cada vez menos ciudadanos sienten como suya. Afortunadamente no será así y aún habrá que dar gracias a los magistrados nombrados por los partidos de izquierda, los mismos que votaron a favor de la Ley.

En los últimos años son muchos los dirigentes del PP que han tratado de desvincularse de aquella decisión. Incluso Mariano Rajoy, quien hoy mismo en una entrevista concedida a la Cadena Cope afirmaba que acatará la sentencia. Somos muy afortunados por tener un presidente del Gobierno que acepte una realidad jurídica y familiar que la sociedad española hace siete años que aceptó con plena normalidad. ¡Toda una bendición del cielo!

Pero hoy creo que debemos hablar de un Tribunal Constitucional absolutamente politizado e incapaz de hacer su trabajo con un mínimo de dignidad y solvencia, que se permite el lujo de demorar deliberadamente un pronunciamiento durante un lustro y medio. Un TC que los dos grandes partidos mayoritarios perciben como su cortijo particular y que consideran una cámara más de las Cortes para tumbar una ley contraria a sus intereses ideológicos. Todo sin pensar en los ciudadanos afectados por decisiones de gran relevancia en sus vidas.

Es por ello que urge modificar la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional para evitar que cosas como esta vuelva a suceder. Hay que acabar con la infección de vagos y vividores que aqueja a esta Institución. Y hay que sacar las sucias manos de los políticos de ahí, que se creen con el derecho de jugar con la vida de las personas como lo han hecho con nosotros durante más de siete años de incertidumbres.

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