El presidente Artur Mas disolvió el Parlament cuando
nadie lo esperaba y convocó elecciones cuando no llevaba ni dos años al frente
de la Generalitat. Su partido Convergència i Unió concurrió a las elecciones con este lema de
campaña: “La voluntat d’un poble”. Y él pidió algo poco común, una mayoría
extraordinaria aunque fuera por poco tiempo, para poder avanzar en el proceso de
construcción nacional y hacia la consulta a la sociedad catalana por la
independencia. Lo hizo teniendo 62 diputados. Hoy cuenta con 50 escaños, doce
menos y se ha dejado por el camino 90.489 votos. Fue a por lana y volvió
trasquilado. La “voluntad d’un poble” ha sido que medio millón de nuevos
electores hayan acudido a votar para darle la espalda a Artur Mas y a su mensaje
mesiánico, a su solicitud de ser investido ‘dictador’ al estilo de la antigua
Roma, con poderes extraordinarios para afrontar un periodo de tiempo
extraordinario. Es cierto que más que duplica en votos a la segunda formación,
pero no lo es menos que el objetivo político fijado para estas elecciones se ha
quedado a gran distancia.
El poble, desde un punto de vista de la gestión económica, le ha castigado
por su política de recortes indiscriminados de la mano del PP de Alicia
Sánchez-Camacho, cómplice entusiasta en la aplicación de la podadora durante los
dos últimos años. Y desde un punto de vista de la transición nacional han
preferido independentistas auténticos y genuinos, no burdas copias ni adeptos al
separatismo de última hora, o sea oportunistas que no saben ni gritar
acompasadamente “in-de-pen-dèn-cia!” porque no lo han hecho nunca y además, no
les gusta. Y si no, pregúntenle a los empresarios, pequeños comerciantes y a la
pequeña burguesía catalana, tradicional nicho de voto convergente. Nunca una
victoria supuso perder tanto. Y por eso hay que considerar la gran vencedora de
las elecciones a ERC. Quién sabe si CiU ha sido castigada por aliarse con el PP
para aprobar sus presupuestos…
El proceso soberanista no ha sido abortado ni mucho menos, por más que el objetivo de la campaña fuera batir a Artur Mas recurriendo a las más repugnantes prácticas antidemocráticas, pues no otra cosa que eso es acusar a un candidato de cometer delitos en plena campaña electoral sin ninguna prueba. Y lo hacen los mismos que se escandalizan porque alguien se manifieste en jornada de reflexión e incluso nos aleccionan de la pena de cárcel que ello comporta mientras se rasgan las vestiduras y se arrancan mechones de cabello.
Que Bauzá afirmase la noche del recuento electoral que “Queda claro que los catalanes no quieren la independencia” solo demuestra que Bauzá no sabe ni interpretar mínimamente un resultado electoral, lo cual es muy preocupante. Ahora el Parlament surgido del 25-N tiene casi dos tercios de sus miembros a favor de una consulta a los ciudadanos a favor de la independencia de España de ese territorio, lo que hace pensar que CiU y ERC pactarán la investidura de Artur Mas y convocaran el controvertido referéndum.
Además, el trompazo que se ha pegado el PSC, que aunque no por esperado es menos doloroso, y que Ciutadans de Albert Rivera le haya robado al PP y a Alicia Sánchez-Camacho 274.000 votos, constata la decadencia de los partidos nacionales en Catalunya. UPyD es extraparlamentaria y ridículamente irrelevante a pesar de triplicar su número de votos. E ICV-EU de Joan Herrera, que sube 128.000 sufragios, logra aglutinar el voto de la izquierda no independentista pero dispuesta a que se haga el dichoso referéndum de consulta.
CiU está debilitada. Nadie puede negarlo. Artur Mas reconoce que tiene menos fuerza que antes de las elecciones. Pero la fuerza que le falta a CiU la tiene Oriol Junqueras y el proceso de construcción nacional que los independentistas propugnan. A pesar de todo, CiU pactará con ERC una agenda para avanzar hacia la independencia y así lograr la investidura de Artur Mas. Y eso me lleva a preguntarme por qué razón Sánchez-Camacho, Alberto Fernández-Díaz (el ministro del Interior de España que lo que dice la Ley y una sentencia del Tribunal Supremo no le importa un rábano), María Dolores de Cospedal y Albert Rivera lanzaban cohetes y descorchaban cava el domingo pasado. ¿No saben sumar? Que el 57% de los votantes estén a favor del referéndum, con 87 diputados que votarán por celebrarlo a pesar de todo y solo 48 en contra de la consulta, ¿van a poder frenar algo? ¿Puede un grupo de peatones frenar un tren lanzado cuesta abajo?
http://www.ciutat.es/opinion/columnistas/item/4545-ir-a-por-lana-y-volver-trasquilado
El proceso soberanista no ha sido abortado ni mucho menos, por más que el objetivo de la campaña fuera batir a Artur Mas recurriendo a las más repugnantes prácticas antidemocráticas, pues no otra cosa que eso es acusar a un candidato de cometer delitos en plena campaña electoral sin ninguna prueba. Y lo hacen los mismos que se escandalizan porque alguien se manifieste en jornada de reflexión e incluso nos aleccionan de la pena de cárcel que ello comporta mientras se rasgan las vestiduras y se arrancan mechones de cabello.
Que Bauzá afirmase la noche del recuento electoral que “Queda claro que los catalanes no quieren la independencia” solo demuestra que Bauzá no sabe ni interpretar mínimamente un resultado electoral, lo cual es muy preocupante. Ahora el Parlament surgido del 25-N tiene casi dos tercios de sus miembros a favor de una consulta a los ciudadanos a favor de la independencia de España de ese territorio, lo que hace pensar que CiU y ERC pactarán la investidura de Artur Mas y convocaran el controvertido referéndum.
Además, el trompazo que se ha pegado el PSC, que aunque no por esperado es menos doloroso, y que Ciutadans de Albert Rivera le haya robado al PP y a Alicia Sánchez-Camacho 274.000 votos, constata la decadencia de los partidos nacionales en Catalunya. UPyD es extraparlamentaria y ridículamente irrelevante a pesar de triplicar su número de votos. E ICV-EU de Joan Herrera, que sube 128.000 sufragios, logra aglutinar el voto de la izquierda no independentista pero dispuesta a que se haga el dichoso referéndum de consulta.
CiU está debilitada. Nadie puede negarlo. Artur Mas reconoce que tiene menos fuerza que antes de las elecciones. Pero la fuerza que le falta a CiU la tiene Oriol Junqueras y el proceso de construcción nacional que los independentistas propugnan. A pesar de todo, CiU pactará con ERC una agenda para avanzar hacia la independencia y así lograr la investidura de Artur Mas. Y eso me lleva a preguntarme por qué razón Sánchez-Camacho, Alberto Fernández-Díaz (el ministro del Interior de España que lo que dice la Ley y una sentencia del Tribunal Supremo no le importa un rábano), María Dolores de Cospedal y Albert Rivera lanzaban cohetes y descorchaban cava el domingo pasado. ¿No saben sumar? Que el 57% de los votantes estén a favor del referéndum, con 87 diputados que votarán por celebrarlo a pesar de todo y solo 48 en contra de la consulta, ¿van a poder frenar algo? ¿Puede un grupo de peatones frenar un tren lanzado cuesta abajo?
http://www.ciutat.es/opinion/columnistas/item/4545-ir-a-por-lana-y-volver-trasquilado
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