Permítanme, ahora que termina el año, filosofar un
poco sobre lo que hacemos aquí. Créanme si les digo que cuando escribo mis
artículos de opinión o los tuits que tanto parecen molestar a algunos, no lo
hago con más intención que la de reflexionar en voz alta sobre asuntos que a
todos o a muchos afectan. No pretendo sentar cátedra, ni convencer a nadie, ni
parecer más listo que los demás. Solo doy mi opinión libremente y creo que es
algo que no debiera molestar a nadie que se considere demócrata, pues para eso
estamos en un país libre -aunque algunos lo nieguen-, donde hay democracia y se
respetan las libertades individuales, como la libertad de expresión, la
libertad de opinión y la libertad de prensa. Los hay que se dedican a
descalificar a quienes opinan de forma distinta a ellos, a veces de formas
bastante inaceptables. Diré más, en las Pitiusas contemplo que proliferan
quienes así se conducen, lamentablemente. Mientras cargan contra los
discrepantes, desvían la atención sobre sus responsabilidades de gobierno, que
parecen no asumir porque se comportan como si continuaran en la oposición, cuando
ya hace casi tres año que gobiernan. Así se guardan mucho de hablar de lo que a
ellos les compete, a la vez que se hartan de opinar sobre lo que hacen los
demás. Allá ellos si creen que esta actitud les conducirá a la reelección, que
es lo que se supone que persiguen. El camino se demuestra andando y es haciendo
cosas en bien de la comunidad como uno gana credibilidad, y no intentando
descalificar a quien critica o discrepa de lo que hacen ellos mismos. La masa
de descontentos se incrementa a cada día y quienes llegaron diciendo ser el
pueblo y obrar conforme a lo que este pide, ahora dicen hacer las cosas porque
son buenas, al margen de lo que opinen los ciudadanos. Pero una cosa deben tener
clara: no nos callarán. No aceptamos lecciones de democracia.
(Publicado en Periódico de Ibiza y Formentera)
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