14 octubre 2017

NO ERA UNA ORGANIZACIÓN CRIMINAL

En su día la prensa publicó a todo trapo las sospechas de los investigadores que colocadas en las portadas devenían auténticas cargas de profundidad que causaron daños irreparables, tanto en la extinta formación política como en muchos de sus dirigentes y cargos públicos. Incluso en sus militantes. Pero una vez que la Fiscalía, ante la falta de pruebas con que corroborar sus sospechas iniciales, solicita el archivo de la causa, la noticia queda relegada a un breve, muy alejado de las impactantes portadas con la foto de los investigados, condenados ya de por vida. Unió Mallorquina no era una organización criminal. Nunca hubo pruebas con las cuales sostener tan grave acusación. Pese a ello, se dijo falsamente que se trataba de “una organización criminal para cometer delitos a costa del erario público de forma estable, coordinada y concertada de antemano”.

En su momento las incriminaciones del contable del partido, Álvaro Llompart (elevado falsamente por algunos a la categoría de “testigo protegido”, cuando ni era testigo, ni podía estar protegido ya que nada le amenazaba), relatando delitos a los fiscales anticorrupción que él no había vivido y narradas de referencia, parecieron solventes. A la hora de la verdad han resultado huérfanas de credibilidad para armar con ellas un escrito de acusación mínimamente consistente. Seguramente lo dijo para salir lo mejor parado de los delitos que él sí había cometido. Y para ello, nada mejor que acusar a otros. Nadie recordará que no hubo pruebas de que UM fuese una banda criminal y de la inocencia de los señalados por Llompart, sino las imágenes de la Policía registrando su sede de la calle Sindicat de Palma y de su posterior disolución.


Se comprueba que la existencia de una organización criminal acaba probada en muy contadas ocasiones, como el ‘caso Scala’ (el de la célebre caja de Cola Cao), donde todos los condenados ya gozan de la libertad, excepto el exconseller Josep Joan Cardona, el único que negó los hechos y al que todos los ya liberados señalaron. Él sigue encarcelado en Ibiza, donde ya lleva más de 4 años y fue condenado a 16. Siempre trascienden las sospechas de los investigadores pero a la hora de la verdad casi nunca hay pruebas de la supuesta existencia de una banda para delinquir. Se diría que las meras sospechas son más lesivas que las pruebas fehacientes. Desde luego, son más destructivas. Y gratuitas.

(Publicado en Última Hora)

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