Tas la aprobación en el Parlament de Catalunya de la ley del
referéndum y de la ley de transitoriedad jurídica, y entre medias la firma del
decreto de convocatoria del referéndum del 1º de octubre por parte del Govern
de la Generalitat en pleno, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy,
compareció en rueda de prensa el jueves y lanzó un mensaje a los secesionistas:
“no subestimen la fuerza del Estado español”. Cruzado el Rubicón de la
desobediencia clara, manifiesta y persistente a las sentencias del Tribunal
Constitucional, el Estado y los partidos constitucionalistas que en este asunto
muestran total apoyo al Gobierno (PP, PSOE y C’s), plantean la necesidad de
recurrir a la fuerza del Estado español, no tanto para solucionar el conflicto
(que solo podrá hacerse por la vía de la política y el diálogo, suponiendo que
haya alguna voluntad de hacerlo), sino para impedir el referéndum.
Los independentistas han subestimado la fuerza del Estado,
que es infinitamente superior a la suya, por más que no así la capacidad de
movilizar a la ciudadanía en Catalunya. Pero cuando de fuerza se habla, la del
Estado es apabullante. Sé de lo que hablo. Por las bravas no doblegarán a
España, que tiene muchos mayores recursos y experiencia en embravecerse. La opinión
pública española ahora mismo aceptará de buen grado cuantas actuaciones de
fuerza se hagan para impedir el referéndum y solo rechistarán los
independentistas y Podemos. El Estado ha movilizado ya todos sus recursos de
fuerza porque la amenaza a su integridad territorial es incluso de mayor
magnitud que la perpetrada durante décadas por ETA, aunque ahora no haya ni bombas ni muertos. Pero la
amenaza que España percibe es muchísimo mayor.
Jueces, Fiscalía, CNI, Policía, Guardia Civil y Mossos d’Esquadra
(alguno se va a quedar hecho polvo cuando vea a la policía autonómica
interviniendo urnas), con sus respectivos servicios de información, sus ingentes
recursos públicos sin límite presupuestario, su capacidad infinita de
intervenir las comunicaciones, etc. El Gobierno ya sabe hasta dónde están las
urnas y las papeletas. Unos días antes de terminar este mes, la Policía
Judicial se presentará allí y las intervendrá. Tendrán que hacer el referéndum
con cajas de cartón. Luego vendrá la catarata de juicios e inhabilitaciones por
desobediencia al TC, Carme Forcadell la primera. Y España entera se fumará un
puro.
(Publicado en Última Hora)
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