El último rifirrafe que protagonizan el Cuerpo Nacional de
Policía y la Policía Local de Palma, o más bien sus máximos responsables, son
un episodio lamentable al que conviene poner fin cuanto antes. Eso parecen
haber decidido tanto la delegada del Gobierno en Balears, Maria Salom, como el alcalde de la capital, Antoni Noguera, porque ahondar en el desencuentro y en el pique más
propio de un patio de instituto, es descorazonador para cualquiera que lo vea.
Aunque es dudoso que estando alguien como Angélica
Pastor en el cargo de concejala de Seguridad Ciudadana, eso sea posible.
Pastor parece disfrutar demostrando que ella es mejor que
cualquier otro, ya sean mandos de la Policía Local, bomberos, sindicalistas,
funcionarios o todo el que se ponga por delante. Y si el enfrentamiento le
permite, de paso, sacudir a Salom y al PP, miel sobre hojuelas. Las duras declaraciones
que hizo a este periódico esparciendo mierda sobre la Policía Nacional con el inventario
de supuestos agravios, merecería que Noguera la cesase de forma inminente, cosa
que, por otro lado, es cuestionable que pueda hacer. Que la Policía Local no
está para llevar a cabo operaciones antidroga, pequeñas o grandes, lo entiende
hasta un párvulo. Pero Angélica Pastor no. Apuesto a que lo que fastidia a la
corajuda regidora es que los agentes del Cuerpo Nacional de Policía no obedecen
sus órdenes, ni puede hacer con ellos lo que hace con el resto de funcionarios
de Palma que sí están bajo su mando.
Cuando Pastor abandone el cargo, cosa que irremediablemente
algún día sucederá para satisfacción de muchos, a decir de la opinión general
en el cuartel de Sant Ferran, es posible que sea recordada como la concejala
más detestada por el personal que comandó. Sería bueno que ella misma y el
equipo de gobierno de Cort en su conjunto, analicen el por qué. Pero que no se
haga ilusiones de tratar a la Policía Nacional como si fuesen sus dependientes,
porque las funciones de cada cual están muy bien definidas, así como el modo de
resolver las disputas competenciales. “Yo decidí que la Policía Local entrara
en el establecimiento y detuviera a los dos sospechosos”, dice Pastor. ¿Acaso
esa es una decisión que corresponda tomar a una responsable política? ¿Acaso no
hay un jefe de la Policía Local y unos mandos? En sus palabras está la prueba
de que ha perdido la noción de cuáles son sus responsabilidades.
(Publicado en Última Hora)
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