Comenzaré diciendo que no comparto la apertura de un
expediente a Juan Antonio Horrach, articulista de El Mundo-El Día de Baleares,
en aplicación de la Ley 8/2016, para garantizar los derechos de lesbianas,
gays, transexuales, bisexuales e intersexuales y para erradicar la LGTBI fobia.
El comentario motivo de controversia, inserto en un artículo
publicado en septiembre del año pasado, es este: “Ya de muy niño se veía a la
legua que, cómo decirlo, las mujeres no eran precisamente la debilidad de Joan.
Todavía me acuerdo de lo mal que lo pasaba el pobre en las clases de deporte
con el "marine" Ferragut. La crueldad infantil es infame, y me da
vergüenza reconocer que no me abstuve de las burlas que recibía entonces Joan.
Espero que algún día me lo perdone".
Pero no lo comparto por los mismos motivos lo que el
columnista de El Mundo-El Día de Baleares y cuantos han salido en su defensa,
sino porque no considero que lo que él escribió en aquel desafortunado artículo
suponga una infracción de la Ley, cosa que seguramente él conseguirá demostrar
a lo largo del expediente administrativo. O en el ámbito contencioso administrativo
si no lo logra antes. Además, por principios no creo que la autoridad
administrativa tenga derecho a sancionar manifestaciones hechas bajo la
libertad de expresión y la libertad de prensa, en un medio de comunicación,
algo que considero reservado a los jueces y tribunales.
Pero de igual modo sé, como también sabemos todos los que
escribimos habitualmente en los medios de comunicación, que la libertad de
expresión no es un derecho absoluto y que hay límites, a menudo tenues y
difusos, que no han de sobrepasarse sin que puedan acarrear consecuencias por
ello. En mi opinión, este es el caso del artículo de Horrach. No cabe duda de
que tiene todo el derecho del mundo a ejercer la crítica pública a un político
en activo como el concejal de Movilidad de Cort, Joan Ferrer, pero la alusión a
su orientación sexual fue gratuita e innecesaria, como además reconocen muchos
de cuantos ahora le muestran su solidaridad. De ahí que el criticado
interpusiese contra él una demanda por vulneración del derecho al honor, a la
intimidad y a la propia imagen.
Yo no me alegro nunca del mal ajeno y no celebro que Horrach
tenga problemas y sufra consecuencias por escribir sus opiniones en un medio de
comunicación. No soy juez ni quisiera serlo nunca, pero no me gustó lo que
escribió y en su momento, cuando lo leí, pensé que era un error que podía
costarle caro. Obviamente no la crítica política al concejal, sino las
referencias a su orientación sexual sin venir a cuento.
Pero lo que no me gusta nada es que Horrach se haga la
víctima, cuando fue él quien pegó primero, con evidente desacierto. La llamada
a la movilización general debidamente atendida por los amigos y asociaciones
afines está, en mi opinión, fuera de lugar, porque le dibujan -con bastante
inmodestia, por cierto- como alguien a quien se quiere silenciar y que deje de
escribir en la prensa, cosa que no ha de suceder en ninguna circunstancia. Las
comparaciones del Govern Armengol con los Jemeres Rojos que he leído a no sé
quién es sonrojante.
No me considero ejemplo de nada, Dios me libre. Hace algunos
meses me senté en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial
acusado junto a otro periodista, del delito de revelación de secretos, por
emitir un reportaje absolutamente veraz y sin la más mínima inexactitud en
Canal 4 TV hace unos cuantos años. Una empresa sueca que vende muebles desmontados
nos pedía 3 años de cárcel. Como estábamos convencidos de que habíamos actuado
legalmente, confiamos en nuestro abogado y fuimos a juicio, donde finalmente no
hubo acusación contra nosotros. No montamos ningún revuelo, aunque pudimos
hacerlo, seguramente con más razón que Horrach. El quizá lo hace porque sabe
que su defensa legal en el ámbito civil es más bien débil. En todo caso, no le
deseo ningún mal y espero que le salga todo lo mejor posible porque me niego a
considerarle un homófobo, que es contra quien la Ley arriba citada debe actuar.
Cometió un error y quizás ayudaría si se disculpara públicamente en lugar de
hacerse la víctima como si fuera Leopoldo López.
Acabo solo con una mención a todos aquellos que critican la
Ley LGTBI. Los tiempos en que se podía humillar impunemente a gays y lesbianas
han terminado. Háganse a la idea. Han tenido muchos años, siglos incluso, de
patente de corso para hacerlo y ¡vive Dios! que lo han hecho, a gusto y hasta
la extenuación. Pero ya basta. Corrijan su homofobia y déjennos tranquilos. No
aceptamos más discriminación, más humillación, más acoso, más maltratos, solo
por ser diferentes a la mayoría. Una Ley ha sido aprobada en el Parlament y lo
fue, además, por unanimidad de todos los partidos con representación
parlamentaria. Asuman eso sí su homofobia se lo permite y dejen de anhelar
aquellos tiempos en que podían martirizar sádicamente a los gays, lesbianas y
transexuales con total impunidad. Eso se acabó. Cuanto antes lo asuman, mejor
para todos.
(Publicado en mallorcadiario.com)
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