27 febrero 2016

NO DICE LA VERDAD

Si hay quien calificó de “anguila” a Jaume Matas, será interesante ver cómo describe a  Diego Torres tras 25 horas de interrogatorio donde el fiscal Pedro Horrach acabó harto y exasperado de tanto circunloquio y tanta palabrería. Diego Torres calificó de “ciencia ficción” el 95% de las acusaciones que lanzó el contable del Instituto Nóos, Marco Antonio Tejeiro, que la semana anterior había cantado por soleares y esparcido mierda sobre Torres y Urdangarin (más sobre el primero) a cambio de una sustancial rebaja de la pena que pide la Fiscalía. Solo la abogada del “sindicato” (si eso no es una denominación más falsa que las facturas del instituto ‘Nóos’, que baje Dios y lo vea) Manos Limpias consiguió ponerle contra las cuerdas al pillarle en contradicción sobre el papel de la infanta Cristina, lo que hizo que Torres enmudeciese. Era tarde porque ya estaba pillado. Virginia López Negrete lanzó sobre la pregunta clave: “¿Ha llegado usted a un pacto?”.

Iñaki Urdangarin insiste en su papel de uno que pasaba por allí y que no sabe nada de nada. “No soy conocedor”, “no tengo ni idea”, “no me encargaba de esto”, “no lo recuerdo”. Él no estaba en esas cosas porque lo suyo era el mundo del deporte y los aspectos deportivos. ¡Qué va a decir!

Torres y Urdangarin niegan haber cometido delito alguno y endosan las irregularidades a sus subordinados, especialmente al contable Marco Antonio Tejeiro y a su hermano, Miguel Tejeiro, que abandonó el banquillo de los acusados para convertirse en testigo al retirar los cargos la acusación popular, según dijo la abogada de Manos Limpias “por estrategia procesal”. Una estrategia que premia a un bandido a cambio de que te ponga en bandeja la cabeza del resto de la banda, sea verdad o sea mentira, vete a saber.


Como es natural ahora todo el mundo analiza las palabras de los acusados, sus gestos y sus miradas, pero llegará el momento donde habrá que analizar las palabras y comportamientos del resto de actores. De entre todos ellos brilla con luz propia la magistrada que preside el tribunal, Samantha Romero, que está demostrando estar a la altura y sobre todo no dejar que nadie se vaya por los cerros de Úbeda, pero tampoco a conculcar los derechos de los procesados, algo que tristemente no todos pueden decir. Romero ha tenido que reconocer que nunca antes había visto a una acusación (la pública) cuestionar las pruebas de otra (la popular).

(Publicado en Última Hora)

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