16 febrero 2016

VETOS A PERIODISTAS

Sin ánimo de hacerme pesado considero mi obligación una semana más hablar sobre el asunto de las cabras de Es Vedrà, en Ibiza. Ya sé que esto no tiene demasiado interés para mucha gente, pero créanme si les digo que en la mayor de las islas Pitiusas no se habla de otra cosa. Yo ya he dejado escrito en este mismo digital mi opinión sobre el asunto y no abundaré en ello. Pero sí creo importante poner de manifiesto la actitud de algunos de los gobernantes que tomaron la decisión de acabar con todo el ganado caprino del islote a tiros de fusil de caza mayor y sin molestarse siquiera de retirar los cadáveres, sin optar por otras soluciones más respetuosas con el medio ambiente y con los derechos de los animales como hubiera sido capturarlas con vida y trasladarlas de lugar. Se da la circunstancia que fueron unos que hasta hace pocos meses denunciaban que había niños en las escuelas con desnutrición y que no comían caliente, cosa que no les ha impedido dejar perder toneladas de carne de cabra que bien hubieran podido servir para hacer un buen estofado.

Gobernar es decidir. Y decidir comporta la posibilidad de equivocarse. Sólo se equivoca el que decide, del mismo modo que solo puede fallar penaltis aquel que los lanza; o rompe platos aquel que los friega… Decidir no es fácil y está constatado que los ciudadanos acostumbran a perdonar los errores, pero no así las mentiras ni los engaños. Ya he dicho que el conseller de Medio Ambiente, Agricultura y Pesa, Vicenç Vidal, hubiese sido criticado cualquiera que hubiese sido la decisión adoptada con respecto a las dichosas cabras, del mismo modo que él –y su formación, Més per Mallorca– lo hubiesen hecho, a nadie le quepa la más mínima duda, si hubiese sido el Partido Popular quien hubiese ordenado sacrificar las cabras de Es Vedrà. Pero lo que no me parece admisible es que un miembro del Govern se dedique a insular y faltar al respeto a los propietarios del islote, los vedraners. Del mismo modo que a nadie le asiste el derecho de insultar o amenazar a los políticos que han decidido que la mejor solución era acabar con las cabras a tiros y exterminarlas a lo bestia, a Vidal no le asiste el derecho de faltar a los vedraners, porque haciéndolo en lugar de intentar justificar su decisión, lo que revela es su absoluta incompetencia y lo equivocado de su decisión que, no lo olvidemos, ha indignado a muchos ciudadanos.

Aún peor es el comportamiento de Miguel Vericad, conseller de Medio Ambiente del Consell de Eivissa, que defendiendo la decisión tomada por el gobierno autonómico pese a que no fue suya ni él tenía competencias en la materia, se ha dedicado a cargar en las redes sociales contra determinados medios de comunicación y yendo más allá, ha vetado a periodistas en un programa de televisión.

Hay quien pide la dimisión de Vericad por la matanza caprina, pero yo no creo que deba dimitir por eso, sino por vetar a periodistas. Si pertenece a un gobierno insular que presume de transparencia, no puede comportarse así ni lanzar diatribas en las redes sociales tratando de justificar lo injustificable. Él dice que a parte de ser político también es ciudadano, olvidando que ahora está en una posición que le exige rendir cuentas, no exigirlas. Y si no entiende algo tan básico como es la libertad de opinión y de prensa, no puede estar ni un minuto más ocupando un cargo de responsabilidad en el Consell de Eivissa.

Los adalides de la transparencia, la honestidad, la rendición de cuentas, la participación ciudadana y del conocimiento de la voluntad popular se nos aparecen, a las primeras de cambio y cuando no llevan ni un año en el ejercicio del poder, como unos demócratas de boquilla que detestan la libertad de prensa, que otorgan la legitimidad para ejercer de periodistas según si les critican a ellos o si los adulan, capaces incluso de vetar a informadores en entrevistas televisivas porque ellos o los medios de comunicación donde trabajan dan voz o cuentan que hay centenares si no miles de ciudadanos ofendidos por una decisión que cada día de comprueba más errónea. Son los mismos que en algún momento defendieron la necesidad del control de los medios de comunicación privados. Pues bien, la libertad de prensa es un pilar esencial del Estado de Derecho y no vale defenderlo solo cuando un pistolero entra con un fusil en una redacción y liquida a 15 personas en París. Hay que defenderlo siempre, cuando los medios te alaban y también cuando te critican. Si eso no lo entiende Vericad, habrá que calificarle de antidemócrata porque del mismo modo que no estamos dispuestos a callar ante comportamientos liberticidas, tampoco podemos aceptar como corderos -con perdón- que se nos silencie desde el poder. Aún no hemos llegado a ese punto de leninismo, aunque haya quien lo pretenda.

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