Podemos surgió del movimiento 15-M y los indignados. Supuso
un cambio brutal en la forma de ejercer la oposición política a las políticas
gubernamentales, muchas veces al borde mismo de la Ley cuando no transgrediéndola.
La crisis económica que se cebó con los más desfavorecidos, los recortes en los
servicios públicos para contener el gasto, los numerosos casos de corrupción,
la politización de la Justicia y una Ley electoral injusta que favorecía el
bipartidismo, entre otros asuntos, movieron a miles de ciudadanos a organizarse,
descontentos con los partidos de izquierdas –en especial el PSOE– y con unos
sindicatos con las manos atadas. Así surge Podemos, que cosechó éxito tras éxito
desde las elecciones europeas de mayo de 2014, un leve pinchazo en las autonómicas
andaluzas y catalanas que le sirvieron para aprender de sus errores y
finalmente las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015.
Los dirigentes y cargos públicos de Podemos tienen una
permanente necesidad de reivindicarse a cada minuto, día a día, ya sea con su
forma de vestir, su forma de hablar, sus apelaciones éticas o su tono de
superioridad moral, o simplemente haciendo y diciendo cosas que chocan por su heterodoxia.
Ellos son diferentes y eso tiene que notarse. Y es en esta coyuntura como hay
que entender el proceso de información y consulta emprendido por Podemos
Eivissa sobre la reforma de la carretera de Santa Eulària. Se trata de un
proceso engañoso, porque no se ha explicado con toda claridad por parte del
equipo de gobierno insular las consecuencias exactas que tendrá el resultado. Tan
pronto dicen que la consulta no es vinculante –una aberración democrática– como
que sí lo es y habrá que actuar en consecuencia.
(Publicado en El Periódico de Ibiza y Formentera)
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