09 febrero 2016

LOS CABRONES DE ES VEDRÀ

Menuda polémica se ha montado por el sacrificio de 50 cabras en el islote de Es Vedrà en Eivissa. Miles de amantes de los animales, más conocidos como animalistas, exigen la dimisión del conseller insular de Medio Ambiente, Miguel Vericad, y de la directora de Espais Naturals, Caterina Amengual, por haber ordenado el sacrificio a tiros de fusil de caza mayor de los ejemplares caprinos que se estaban cargando toda brizna de vegetal sin atender ni a endemismos ni a ninguna otra consideración. Cabras hay muchas, cabrones ni te cuento, pero endemismos hay pocos.
 
Los animalistas consideran que el sacrificio ha sido cruel y salvaje, propio respetuoso con la dignidad de los bichos. Dicen que había otras alternativas, como la captura de las cabras vivas y su traslado a otro lugar, sin necesidad de liquidarlas. Pero el Govern de izquierdas, tanto autonómico como del Consell d’Eivissa, justifican la legalidad del método empleado y consideran que cualquier otro procedimiento hubiese acarreado riesgos tanto para el personal encargado de la operación de captura en un islote tan abrupto y escarpado, como un coste desmesurado ya que además hubiera habido que poner las cabras en cuarentena sin que la Pitiusa mayor cuente con un lugar adecuado para ello.

En fin, que los gobernantes han sido prácticos y han tirado por la solución fácil, algo muy lógico si no fuera porque los responsables de la eliminación a tiros de las cabras, cabrones y cabritos de Es Vedrà son animalistas y ecologistas, sensibles con los derechos de los animales y con su sufrimiento. Si el exterminio lo hubiese ordenado un gobierno del PP, David Abril y otros miembros de Més y de Podem hubiesen acudido al Parlament con camisetas reivindicativas denunciando la salvajada. Pero resulta que quienes han llevado a cabo el “cabricidio” son quienes en teoría jamás lo hubiesen consentido de gobernar otros. Aquí radica el pecado capital que los animalistas no perdonan y de ahí la aspereza de la polémica y de las reacciones. No se trata de las 50 cabras eliminadas, sino de quién y cómo lo han hecho. Y eso, por más que el Govern justifique que se ha hecho con estricto respeto a la legalidad, no basta para calmar a los animalistas que se sienten defraudados. El mismo día que en el Parlament se debate y vota la prohibición de la tauromaquia en Balears, el mismo Govern justificará que se haya sacrificado a tiros unas cabras porque resultaba más barato que trasladarlas fuera de Es Vedrá. Y es que gestionar a veces tiene esto, que te tienes que acabar tragando tus convicciones porque criticar es fácil y tomar decisiones, muy difícil. Y todo por 50 cabras.  
 
(Publicado en mallorcadiario.com)

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