Cada uno de los autos del juez Manuel Penalva prorrogando el
secreto del sumario en el caso de la banda mafiosa infiltrada en la Policía
Local de Palma y que presuntamente se ha dedicado durante años y prevaliéndose
de sus cargos de agentes encargados de hacer cumplir la Ley, a extorsionar a
empresarios y a favorecer a los que no les pagaban las mordidas
correspondientes, ya fuera con putas, ya fuera con drogas, ya fuera con dinero
o contratando a las empresas que ellos les indicaban; cada uno de los autos,
digo, es un capítulo de una novela negra que estremece y aterroriza por sí solo.
Conviene significar que las investigaciones en curso se iniciaron en 2013 y que
ahora mismo hay 14 policías locales en prisión (9 en la cárcel de Palma y 5
repartidos entre Madrid y Castellón).
Lo más normal sería que con estos datos, las investigaciones
ya estuvieran más que terminadas y se pudiera levantar el secreto de las
mismas, para que los acusados sepan qué hechos se les atribuyen. Sin embargo el
juez no puede adoptar tal medida básicamente porque hay una “avalancha continua
de nuevos datos” (aquí debe referirse su señoría a las acusaciones del hijo de
la Paca, “El Ico”), a que continúa constatándose que la banda criminal continúa
maniobrando para destruir pruebas, amenazar y coaccionar a sus víctimas,
testigos o a otros coimputados (incluso a autoridades de las que depende la
Policía Local, los fiscales y al propio juez instructor) y que los integrantes
de esta mafia policial son incapaces de asumir que su etapa al margen de la Ley
“ha llegado a su fin”.
Cada uno de los autos del juez penalva es un capítulo de una
novela negra que estremece y aterroriza por sí solo
Pero lo peor de todo es que el juez destaque la “nula
colaboración” que cabe esperar de los mandos de la Policía Local, arremetiendo
con especial dureza contra el último jefe del cuerpo, el comisario Antoni
Morey, que puso a los miembros de la banda criminal encarcelados como un
ejemplo a seguir. Todo ha llegado a un nivel de escándalo y alarma social que
ante la septicemia (según la RAE, infección generalizada producida por la presencia en la sangre de
microorganismos patógenos o de sus toxinas) que apunta el magistrado, ya solo cabe actuar con toda
dureza y severidad, en todos los órdenes.
Que el juez instructor incluso apunte a que la Policía Local
“no merece a semejantes mandos ni a algunos de sus integrantes”, apuntando que
sus conductas están “como mínimo” al borde de la sedición es de lo más grave
que se ha oído en boca de un juez en los últimos años y no permite que nadie
quede impasible como si nada sucediera. Según el Código Penal, comete el delito
de sedición los que “sin estar comprendidos en el delito de rebelión, se alcen
pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías
legales, la aplicación de las Leyes o a cualquier autoridad, corporación
oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el
cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales”.
¡Nada menos!
Cada auto del juez Penalva es más grave que el anterior y ya
no queda más remedio que aplicar a grandes males, grandes remedios. Sin demora.
(Publicado en www.mallorcadiario.com y www.ibizadiario.info)
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