Estoy muy confuso. He oído que el cardenal Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal española, presume del catolicismo de España y afirma que lo mejor de la cristiandad está ahora en Madrid. ¡No doy crédito! Si los peregrinos que han venido son lo mejor de lo mejor del mundo, ¿para qué quieren 200 confesionarios que han encargado diseñar y fabricar exclusivamente para esta ocasión? No son 30 o 40 confesionarios, que me parecerían más que suficientes. ¡Son doscientos! Presumiendo que los peregrinos se habrán confesado en sus respectivas parroquias antes de iniciar el viaje, pues algunos vienen de muy lejos y no parece probable que se arriesgasen a sufrir un percance durante la travesía sin hallarse en gracia de Dios después de recibir el sacramento de la penitencia, si se colocan 200 confesionarios con sus respectivos sacerdotes será porque haya mucha necesidad de perdonar los pecados cometidos durante el trayecto hacia Madrid. Por tanto, implícitamente se reconoce que muchos peregrinos se contaminaran con el pecado por el camino… He leído que algunos de los peregrinos pasarán la noche en el suelo de un polideportivo y entonces las cosas empiezan a cuadrarme. Es completamente natural que los jóvenes cometan actos impuros durmiendo unos junto a otros en el suelo de un polideportivo. Natural, pues, que luego necesiten la absolución de sus pecados, pero eso les excluye de ser lo mejor de la cristiandad. A no ser que la cristiandad esté bastante peor de lo que nos pensamos.
También me llama la atención que se anuncie que acudirán a la JMJ unos cincuenta cardenales y ochocientos obispos. Deberían saber que su media de edad les excluye como destinatarios de las Jornadas Mundiales de la Juventud, suponiendo que juventud sea un término excluyente de los mayores de 35 años, siendo generoso. Me ahorro el calificativo ante la destacadísima ausencia de una sola mujer entre tantísimo jerarca. Puede haber mujeres santas –e incluso santas en vida, como Teresa de Calcuta, venerada así hasta por el mismísimo Papa Juan Pablo II– pero no puede haber una sola ordenada sacerdote, obispo o cardenal. Además, quizá haría bien la Iglesia y sus responsables en escuchar a los jóvenes de todo el mundo, aunque tengo para mí que lo que vienen es a hablar sólo ellos y a no escuchar a nadie. Como llevan haciendo toda la vida. Al fin y al cabo, no es el pastor el que escucha a las ovejas, sino el que las hace ir de aquí para allá conforme le conviene a él.
Mención aparte merece el hecho de que tantas diócesis del mundo puedan quedar sin sus respectivos pastores y no pase nada. Cuando más de 800 obispos y 50 cardenales pueden congregarse en un mismo lugar lejos de sus parroquias sin que se les eche de menos en sus lugares de origen, solo puede significar que son perfectamente prescindibles y que trabajan tan poco que su ausencia no se nota. De todos modos, estoy seguro que Madrid agradecerá que se vuelvan al lugar de donde vinieron, no vaya a ser que acabe por convertirse en un Vaticano II, que parece ser es lo que va buscando el Santo Padre Benedicto XVI con tanto viaje apostólico a España. Con la cantidad de países que hay en el planeta y tiene que estar viniendo a España cada dos por tres…
A mí, francamente, no me parece mal que esta gente se reúna y cante y baile, y manifieste su enorme gozo y alegría celebrando su fe. Me parece genial.
Al fin y al cabo, viéndoles a ellos y oyendo lo que dicen, me parece estar viendo un grupo de Hare Krishnas por las calles de Madrid. Y me merecen el mismo respeto unos y otros. Está por ver que los responsables del Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid cediesen edificios públicos tales como polideportivos o institutos para que los seguidores de esta religión pudiesen reunirse del mismo modo que lo han hecho para la JMJ. Y tanto derecho tienen unos y otros en un estado aconfesional como es España. Aunque ya sé que solo lo es en teoría y sobre el papel.
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