El Ayuntamiento de Palma acaba de suprimir el servicio de intérpretes de lengua de signos. Se trata de austeridad, la palabra mágica para cargárselo todo de un plumazo. En un comunicado de prensa inaudito e impropio, se argumenta que se procede a racionalizar el servicio de lengua de signos en Cort, aunque confunden alevosamente racionalizar con eliminar. Los 1.167 euros al mes que cobraban las dos intérpretes eran insostenibles para las arcas municipales. “Fuera intérpretes, que total para los sordos que vienen al pleno, todo eso que nos ahorramos”, pensarían ellos. También se argumenta que las dos trabajadoras poco menos que atracaban a Cort con sus privilegiadas condiciones laborales de trabajadoras a media jornada. Si así fuera, que no es verdad, era su responsabilidad modificar las condiciones laborales exigidas, pero no suprimir, quiero decir racionalizar el servicio. Esto es, sencillamente, una purga estalinista.
Asistí en octubre de 2007 a la aprobación de la Ley por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas en el Congreso de Diputados. Aquel fue un paso de gigante en la integración social de estos ciudadanos. Por primera vez en mi vida vi personas sordociegas y pensé que la sociedad tiene que dedicar lo mejor de sí misma a ayudar a estos ciudadanos para que su vida sea lo mejor posible. No se pueden escatimar esfuerzos con la gente más vulnerable y desfavorecida.
No es aceptable que Cort actúe con esta falta de sensibilidad hacia las personas sordas e incumpliendo la ley. No se elimina un servicio porque uno crea que está mal organizado, pues acabaríamos suprimiendo el consistorio entero. Organicen el servicio como consideren más efectivo y eficiente, pero no dejen desamparadas a las personas sordas. No se les ha puesto en esa responsabilidad para esto.
1 comentario:
Gràcies per dedicar el teu temps a aquest tema...sóc una de les intèrprets "lladres" de l'ajuntament...
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