No comprendo las críticas que se vierten contra el alcalde
de Eivissa, Rafa Ruiz, por su negativa a acudir a oficios religiosos. Yo las
vería justificadas si su alergia fuera únicamente a una determinada confesión,
pero tal cosa no consta. Ruiz no va a ninguna y a mí me parece muy bien, sobre
todo porque lo avisó al inicio de su mandato y justificó plenamente las
razones: por su ateísmo y porque se proclama respetuoso con el principio
constitucional de la aconfesionalidad del Estado. ¿Quién puede poner objeciones
a eso, que es impecable? ¿Qué obligación tiene Ruiz, por muy alcalde que sea,
de acudir a un acto estrictamente religioso si no profesa esa concreta fe o
creencia? Y lo más importante: ¿quién puede sentirse ofendido o molesto porque
no lo haga, como es el caso?
Insistir en que Ruiz debe hacerlo, cuando ya ha dejado claro
que no lo quiere hacer -y que no lo hará-, es algo que está fuera de lugar.
Diré más. En lo que a mí respecta, que soy creyente, me parece muy coherente su
comportamiento -y por tanto, muy de agradecer- y me parecería un acto de supina
hipocresía que el alcalde fuese a misa cuando se declara ateo. Y es que pareciese
que Ruiz tuviera una obligación que está desatendiendo, cosa que yo no percibo
en este caso. No veo ni siquiera una descortesía ni una falta al protocolo,
porque todo el mundo está advertido y su ausencia, justificadísima. Y además,
ya fue el teniente de alcalde Alfonso Molina en representación del equipo de
gobierno municipal. No se trata de un capricho, sino de que el alcalde no
quiere participar en oficios religiosos y está en su derecho. Las críticas del
obispo de Ibiza y Formentera hacia el alcalde en la homilía de la misa del
sábado sí que son gratuitas y son inapropiadas en el fondo y en la forma. Y lo
de retirarle el saludo o no mirarle a la cara, como ha denunciado Ruiz que hizo
el obispo Vicente Juan Segura, es incurrir en una falta de la que seguro habrá
dado cuenta a su confesor. Y es que ya lo dice el Evangelio de Lucas, 6, 36-38:
“Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis
juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
Dad y se os dará; una medida buena, apretada, rebosante. Porque con la medida
con que midáis se os medirá”. ¡No
me diga el obispo que se le ha olvidado este pasaje!
Que Ruiz no vaya a
misa no significa que falte a sus obligaciones como primer edil con los
cristianos. En absoluto. Y es hora de que Su Excelencia Reverendísima concrete
sus acusaciones contra Ruiz, en lugar de utilizar su cátedra para lanzar
invectivas injustificadas, de forma muy maledicente y que dicen poco de un
pastor de la Iglesia. ¿En qué sirve el alcalde de Ibiza a unos sí y a otros no?
¿En qué deja de salvaguardar Ruiz los valores cristianos? ¿Por qué hecho
concreto atribuye Monseñor Segura que Ruiz piensa en el bien de sí mismo y no
en el de todos? Contenga su lengua, señor obispo y procure dar ejemplo de amor al
prójimo, incluso a quienes nos ofenden -cosa que en el caso de Ruiz yo no veo
por ningún lado-; de compasión y misericordia; de humildad y de caridad
cristiana. Baje de la nube e imprégnese del olor a cordero, que es lo que le
corresponde como pastor, según tiene dicho el Papa Francisco. Y el que no
quiera ir a misa, pues que no vaya y ¡que vaya con Dios!
(Publicado en www.ibizadiario.com y www.mallorcadiario.com)
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