Que dos sindicalistas de UGT, uno de ellos funcionarios de
Instituciones Penitenciarias y otro delegado sindical en la cárcel del Palma, nieguen
categóricamente que en la prisión haya malos tratos o agresiones a reclusos,
nos tranquiliza. Pero más lo haría si los casos denunciados de un tiempo a esta
parte fueran investigados por parte de una comisión independiente, como ocurre
en muchos países, y no por la dirección de la prisión o la junta de tratamiento.
No parece lógico que sean otros funcionarios los encargados de investigar
irregularidades presuntamente cometidas por compañeros suyos. Que en la cárcel
de Palma -y en muchas otras- se padezca una acuciante falta de personal (240
vigilantes para 1.300 internos) y de recursos para garantizar la reinserción de
los condenados, en palabras de estos sindicalistas, no es óbice para que no se
investiguen las denuncias que ante las cámaras de IB3 han hecho Margalida
Sotomayor (una interna en tercer grado), una exreclusa y el abogado Coco
Campaner de Equipo 25.2. Los sindicalistas pidieron protección ante las
acusaciones falsas e insinuaron que buscan obtener notoriedad o una indemnización
económica, pero no dio esa sensación al oír los testimonios citados.
Desde
luego, no parece normal que Sotomayor haya sido sancionada por lo que dijo en
IB3, como escarmiento para que nadie ose imitarla y continúe la ley del
silencio por la cual nunca trasciende lo que pasa allí dentro. Y lo peor de
todo es que a nadie le importa. Se recordará que no hace tantos años hubo dos
funcionarios condenados a 16 y 12 años por liderar mafias que suministraban
droga a los reclusos y les obligaban a mantener relaciones sexuales. Hubo
amenazas y palizas, incluso a otros funcionarios. Uno de ellos llegó a enviar
el corazón de un cerdo en una caja a la mujer del alcaide. La cárcel no es un
oasis de serenidad y calma, pero no es razonable que cuando alguien denuncia
algún hecho irregular, la respuesta sea el corporativismo más cerrado y la
sanción al denunciante porque jamás contará con pruebas para sostener sus
argumentos. Pero a la vista de todo esto, ¿no habrá ningún político en el
Parlament o en el Govern que mueva un dedo para averiguar lo que sucede en la
prisión? Demos por hecho que los presos no son angelitos y que, si están allí,
algo habrán hecho. Pero según UGT, faltan medios para su reinserción. ¿No les
preocupa eso? A mí, sí.
(Publicado en Última Hora)
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