Hay ciertos políticos a los que el cargo les sobrepasa. Les viene
grande. No se trata de que sean corruptos, ni incompetentes. Sencillamente, no
están a la altura de la dignidad del cargo que representan. Es posible que ni
siquiera sean conscientes de lo que eso significa y por ello, todo se lo toman
a risa. Cuando entraron en política quienes se autodenominaron “ciudadanos
normales y corrientes”, muchos pensamos que constituirían un poco de aire
fresco que ventilaría los despachos de las instituciones. Estábamos muy
equivocados porque entre esos ciudadanos “normales y corrientes”, los hay buenos
pero también los hay nefastos. Y estos en nada se diferencian a los peores de
los partidos tradicionales. Si uno entra en un bar cualquiera, encontrará gente
decente y gente indecente. Pues en política, igual. Sucede, pero, que en
política los indecentes que logran ocupar un cargo, lo acaban denigrando de tal
modo que en lugar de dignificar la vida pública, que es a lo que venían según
dijeron, han acabado incurriendo en las peores prácticas. Y eso que solo llevan
un año y medio cobrando del erario público. Niegan todo error, no aceptan jamás
la crítica -no digamos la autocrítica-, insultan a aquellos que no les hacen la
ola, -mucho mejor si son periodistas-, se agarran a la butaca como garrapatas y
se ríen del santo y de la fiesta. Leer los tuits de dos concejales de Sant
Antoni haciendo mofa, con comentarios homófobos, ante una información
periodística rigurosa, causa vergüenza ajena. Se dirá que hemos topado con los
graciosos del grupo, pero es que los vecinos -y tampoco los funcionarios-
tienen por qué soportar a dos comediantes haciendo chanzas, mientras ocupan un
cargo público que denigran cotidianamente con sus palabras, sus actos y sus
tuits porque, sencillamente, les viene enorme.
(Publicado en Periódico de Ibiza y Formentera)
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