Manos Limpias se hacía pasar por un sindicato de
funcionarios, una coartada perfecta pese a que sea imposible citar una sola
actuación propia de un sindicato. Nadie podrá identificar a Miguel Bernad
como un líder sindical y no hace falta apelar a su pasado en el Frente Nacional.
En cambio todo el mundo recuerda una predisposición compulsiva y casi enfermiza
a interponer querellas muchas veces con palpable inconsistencia. La marca Manos Limpias llegó a
ser temida y odiada a partes iguales. Sentar en el banquillo de los acusados a Cristina
de Borbón, toda una infanta de España, hija del rey Juan Carlos I y
hermana de su sucesor, Felipe VI, les colocó en el punto de mira. Una
cosa es querellarse contra Artur Mas, Pablo Iglesias, la Asamblea
Nacional Catalana, Bildu, Ada Colau, ¡incluso contra Samuel Eto’o
y los Lunnis! Llegaron al punto, como buenos ultraderechistas, de denunciar –sin
éxito, claro– a la Guardia Civil cuando en 2002 su director general Santiago
López Valdivielso cambió la normativa interna para que las parejas
homosexuales pudieran vivir en las casas-cuartel tras solicitarlo un agente
destinado en el puesto de Vilafranca. Pero otra cosa muy distinta es arremeter
contra una alta personalidad del Estado, la sexta en la línea sucesoria al
trono de España, defendida no solo por 6 letrados, sino también por la Fiscalía,
la Abogacía del Estado, la Agencia Tributaria, los ministros de Justicia Ruiz-Gallardón
y Catalá, el fiscal general Torres-Dulce y hasta el presidente
del Gobierno, Mariano Rajoy.
Era cuestión de tiempo que acabaran yendo a por ellos y aún
más cuando iban exigiendo dinero, presuntamente, por librar de las querellas
que ellos mismos presentaban. Esto es lo que investigan el juez de la Audiencia
Nacional Santiago Pedraz y la UDEF, porque hay testimonios que
corroboran la presunta extorsión al ofrecer retirar la acusación contra la
infanta Cristina a cambio de tres millones de euros. Y así lo ha confirmado uno
de los abogados de la infanta, Pau Molins, socio de Jesús María Silva.
Al caso ‘Nóos’ es lo único que le faltaba, que se detuviera al secretario
general de la entidad que ejerce la acusación y que hace solo unos días advertía
de “maniobras de guerra sucia desde las cloacas del Estado”. ¿Qué se creía? ¡Haberlo
pensado antes! Ya que le gustan tanto los juzgados y las querellas, ahora
veremos qué tal se le da a Bernad defenderse de ellas.
(Publicado en Última Hora)
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