02 abril 2016

NI EN VENEZUELA

El mal funcionamiento de los servicios públicos es algo que afecta a todos, aunque habitualmente sólo los directamente perjudicados se suelen quejar –y algunos ni eso por una elemental prudencia, porque las cosas siempre pueden ir a peor–. La mayoría respiran tranquilos porque no les ha pillado a ellos. Estoy pensando en la declaración este jueves ante el juez José Castro del exconcejal de Palma Rafael Durán, quien fue detenido el 5 de agosto de 2009, encerrado en los calabozos por el tiempo máximo que la Ley permite prolongar una detención (72 horas) a pesar de que su abogado presentó un hábeas corpus y finalmente presentado ante el juez instructor. Han transcurrido 6 años y 8 meses desde que Durán fue detenido y conducido a los juzgados esposado como si se tratara de un peligroso criminal, mano derecha con mano derecha del publicista Miguel Romero, propietario de la empresa Nimbus. Los agentes de la Policía aparcaron el furgón celular lo más lejos posible de la entrada a la sede judicial para que las cámaras tuvieran tiempo de inmortalizar el momento en una de las imágenes más repugnantes y vergonzosas que se recuerdan en Balears de una intervención policial, a todas luces ilegal y que más pareció una cacería política. Exhibidos como leones en el circo para que la pena del telediario fuera su castigo más directo antes siquiera de ir a juicio. Durán fue puesto en libertad bajo fianza de 15.000 euros. Han transcurrido casi 7 años y ahora es cuando ha vuelto a declarar ante al juez Castro. ¿Qué diríamos si eso sucediera en Venezuela? Sucede aquí y no pasa nada. Aún hay quien se ve capaz de definir a España como un Estado de Derecho que respeta los derechos humanos y la presunción de inocencia. De risa.


Pocos recordarán el caso del pederasta belga Marc Dutroux. Aquel caso de finales del siglo pasado fue muy sintomático del mal funcionamiento de un sistema policial como el de Bélgica, que ha repetido y aumentado los errores con los terroristas yihadistas que operaban desde su territorio para atentar en Francia y luego volver allí a refugiarse y culminar la matanza. Ante los mismos ojos de la policía, que pese a los avisos siguió inactiva. Tener una policía es muy fácil, pero que funcione correctamente no lo es tanto y evitar las disfunciones, aún menos. Miren si no lo que sucede en la Policía Local de Palma, que no se arregla abriendo un perfil en Facebook. 

(Publicado en Última Hora)

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