Hay que reconocer que Biel Barceló y sus chicos se lo pasan
bomba. A menudo el ejercicio de la responsabilidad de gobierno acaba por pesar
en exceso, lo que inevitablemente envejece a los políticos que no saben llevar
esa carga adecuadamente. No es el caso. Algunos dirán que hacer ejercicio
físico ayuda pero cabe la duda de que sea ejercicio físico bailar delante del
Parlament por la derogación de una ley absurda como la de símbolos que José
Ramón Bauzá se sacó de la manga (parece que hablemos del pleistoceno cuando
hace tan solo 12 meses nadie le discutía nada y mírenle ahora clamando en el
desierto). Otra opción es tomarse las cosas con buen humor y reírse tan a
menudo como sea posible haciéndose selfis. Así se entiende la magnífica foto de
Joan Torres publicada en Última Hora el pasado miércoles, donde se ve loco de
alegría a todo el equipo de Barceló, partida la caja torácica de risas, tras
aprobar un nuevo impuesto. Está claro que además de gobernar se divierten y eso
es importante, pero ¿tiene que ser a nuestra costa? Pretenderán que aplaudamos
a rabiar ante un nuevo gravamen que también pagaremos los ciudadanos de Balears
cada vez que se nos antoje ir a pasar el fin de semana a un refugio, a un
agroturismo o a un hotel.
Yo, la verdad, no comprendo tanta euforia. De hecho a mi no
me hace puñetera gracia, porque se queda uno con la sensación de que le toman
el pelo y se ríen a su cara. Durante el debate en el Parlament aquello pareció
como si fuera un impuesto que cobrasen a los hoteleros, cuando lo cierto es que
lo pagaremos los huéspedes. Y además aún nadie sabe para qué va a servir exactamente. Todos tenemos claro que Balears
necesita más dinero para financiar sus servicios públicos y algunos creíamos de
forma un tanto ilusa que lo que harían PSIB, Més y Podem sería hacer pagar a
los más ricos y en todo caso, hacer que Madrid no se lleve tanto dinero o que
revierta aquí un mayor porcentaje de lo que se recauda. Pues no, la solución al
socorrido expolio fiscal es más expolio fiscal, eso sí, del Govern de Balears.
Es por esto que ese selfi de Barceló junto a Carbonell, fuera de sí de
contento, me recuerda a una pandilla de gamberros que acabasen de tirar una
bomba fétida en el autobús y rotos de la risa, inmortalizasen el momento. ¿De qué
carajo se ríen, si puede saberse? Divirtiéndose así la responsabilidad es más
llevadera. Riéndose de nosotros.
(Publicado en el periódico Útima Hora)
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