En estos momentos de incertidumbre, desgobierno y zozobra,
los aspersores de esparcir mierda están conectados y a pleno funcionamiento.
Todos embarcados en el “y tú más”, los recién llegados que se autodenominan adalides de la “nueva
política”, son quienes pretenden sacar tajada de la situación de descrédito
general y de hastío colectivo. Posiblemente lo consigan, pero hasta ellos
cometen excesos cuando comparan al exsenador socialista Antoni Manchado con la
senadora y exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Ellos saben bien que no hay
punto de comparación. Al igual que cuando Alberto Jarabo, secretario general de
Podem, exige en tono imperativo a la bancada del PP: “¡Devuelvan el botín y
disuélvanse”; olvidando por un momento que se lo dice a la fuerza más votada, a
la que mayor número de ciudadanos confían su voto y en la que nadie queda de la
época de Jaume Matas.
Ver a la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, defenderse
con vehemencia de las acusaciones de blanqueo de dinero en el PP de Valencia,
resulta de lo más lamentable que se ha visto últimamente. Si en Balears el PP
tenía dinero negro –cosa que ya nadie discute porque el exgerente del partido,
Fernando Areal, lo confesó y fue condenado por delito electoral–, ¡cómo no lo
iban a tener en Valencia! Además, muy pronto veremos cómo se cierra la
instrucción del caso ‘Over’ y cómo otro puñado de jerifaltes del PP regional se
sientan en el banquillo de los acusados, entre ellos José María Rodríguez,
quien a día de hoy se mantiene al frente del PP de Palma, inexplicablemente,
con el daño consiguiente. El mismo que le causa Barberá a su propia formación
negándose a dimitir pese a las grabaciones que todos hemos podido oír y yendo
aún más lejos, cuando afirma que su mayor apoyo es “el partido” y que nadie le ha
pedido que se vaya. Como a Rodríguez, pese a que todos saben que acabará
sentado en el banquillo de la Audiencia Provincial.
Me comentaba un viejo militante del PP que el partido tiene
“una mala ferida” y que no queda más remedio que optar por una refundación.
Un relevo generacional profundo y comenzar de cero, incluso con cambio de
nombre y siglas. No hay otro camino. Pero claro, mientras Rajoy siga ganando
elecciones nadie es capaz de señalarle la puerta de salida en público, aunque
todos lo piensan. La necesidad de renovarse es imperiosa, a nivel nacional y
también en las islas. Refundarse o morir.
(Publicado en Última Hora)
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