09 enero 2016

VEREMOS SI SON IMPLACABLES

Andan algunos periodistas excesivamente generosos con los adjetivos calificativos que dedican a las magistradas que componen el tribunal que a partir del lunes enjuiciarán el caso Nóos: Samantha Romero, Eleonor Moyà y Rocío Martín. Que si son implacables contra la corrupción, que si tienen fama de duras, que si sus sentencias son rigurosas, que si son independientes, que si tienen criterio propio, que si están muy preparadas jurídicamente. Todas estas y muchas otras etopeyas son  innecesarias porque imaginen que se dijera lo contrario: son magistradas aplacables por la corrupción, blandas, poco rigurosas, nada independientes, sin criterio propio o con escasa preparación jurídica. ¿Se imaginan qué cuadro? Ya se da por hecho que alguien que ocupa una plaza en la Audiencia Provincial algo sabrá de leyes, pero la prudencia obliga a calificar después de examinar, viendo los resultados de la prueba a la que se enfrentan y no antes. Básicamente porque es de suponer que si todos los jueces y fiscales que hay en España fuesen implacables contra la corrupción, que es lo que ahora se predica de todos ellos, la situación por la que se atraviesa no sería la que es. Y también porque conviene tener presente la percepción que los ciudadanos tienen de los jueces. A fin de cuentas acostumbran a estar entre los profesionales de la administración pública peor valorados en los barómetros del CIS. Por algo será.

No creo que fuera justo poner en duda la profesionalidad de las magistradas que juzgarán el caso, pero tampoco parece muy razonable prodigarse en alabanzas. Lo mismo se decía del magistrado Juan Pedro Yllanes, que debía presidir lo que él calificó de “caramelo” desde un punto de vista profesional. Y con su paso a la política y oyéndole hablar sobre corrupción hemos comprobado que no hubiera hecho ninguna falta celebrar el juicio, porque él ya lo tenía todo juzgado y sentenciado.


Conviene destacar ahora que el tribunal decidió abrir el juicio con una sesión dedicada a cuestiones previas para inmediatamente parar su celebración casi un mes, hasta el 9 de febrero. Tal cosa no ha sucedido nunca en los muchos casos de corrupción enjuiciados por la Audiencia de Palma. Siempre se ha continuado inmediatamente y las cuestiones previas habitualmente han sido resueltas en la sentencia. En esto, como en tantas otras cosas, Nóos es un caso especial. Todos imaginamos por qué y para qué. 

(Publicado en Última Hora)

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