Andan algunos periodistas excesivamente generosos con los
adjetivos calificativos que dedican a las magistradas que componen el tribunal
que a partir del lunes enjuiciarán el caso Nóos: Samantha Romero,
Eleonor Moyà y Rocío Martín. Que si son implacables contra la corrupción, que
si tienen fama de duras, que si sus sentencias son rigurosas, que si son
independientes, que si tienen criterio propio, que si están muy preparadas
jurídicamente. Todas estas y muchas otras etopeyas son innecesarias porque imaginen que se dijera lo
contrario: son magistradas aplacables por la corrupción, blandas, poco
rigurosas, nada independientes, sin criterio propio o con escasa preparación
jurídica. ¿Se imaginan qué cuadro? Ya se da por hecho que alguien que ocupa una
plaza en la Audiencia Provincial algo sabrá de leyes, pero la prudencia obliga
a calificar después de examinar, viendo los resultados de la prueba a la que se
enfrentan y no antes. Básicamente porque es de suponer que si todos los jueces
y fiscales que hay en España fuesen implacables contra la corrupción, que es lo
que ahora se predica de todos ellos, la situación por la que se atraviesa no
sería la que es. Y también porque conviene tener presente la percepción que los
ciudadanos tienen de los jueces. A fin de cuentas acostumbran a estar entre los
profesionales de la administración pública peor valorados en los barómetros del
CIS. Por algo será.
No creo que fuera justo poner en duda la profesionalidad de
las magistradas que juzgarán el caso, pero tampoco parece muy razonable
prodigarse en alabanzas. Lo mismo se decía del magistrado Juan Pedro Yllanes,
que debía presidir lo que él calificó de “caramelo” desde un punto de vista
profesional. Y con su paso a la política y oyéndole hablar sobre corrupción
hemos comprobado que no hubiera hecho ninguna falta celebrar el juicio, porque
él ya lo tenía todo juzgado y sentenciado.
Conviene destacar ahora que el tribunal decidió abrir el
juicio con una sesión dedicada a cuestiones previas para inmediatamente parar
su celebración casi un mes, hasta el 9 de febrero. Tal cosa no ha sucedido
nunca en los muchos casos de corrupción enjuiciados por la Audiencia de Palma.
Siempre se ha continuado inmediatamente y las cuestiones previas habitualmente
han sido resueltas en la sentencia. En esto, como en tantas otras cosas, Nóos
es un caso especial. Todos imaginamos por qué y para qué.
(Publicado en Última Hora)
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