16 enero 2016

PELEA EN EL BARRO

Si alguien quedase en este país que aún confiara algo en la Justicia tras el inaudito espectáculo que han protagonizado relevantes agentes jurídicos durante esta semana que termina, a buen seguro que a estas alturas ya no queda nadie. Costará mucho volver a elevar la imagen de la Justicia si es que alguna vez estuvo algo más alta que el betún.  Tras el triste espectáculo presenciado, los ciudadanos solo pueden querer de sus jueces y fiscales que estén cuanto más lejos mejor. Ya sé que la generalización es injusta, pero más injusto es que se obligue a los ciudadanos a pagar mensualmente las nóminas de quienes se conducen con tan poco respeto por la Justicia, que a fin de cuentas es de lo que se trata. Como los responsables del triste y lamentable espectáculo tienen nombres y apellidos, bueno será dar a cada cual lo suyo y que cada palo aguante su vela.

El pistoletazo de salida a esta semana quedará en los anales de la historia judicial española la dio Juan Pedro Yllanes, un juez en excedencia que fue el presidente del tribunal encargado de juzgar el caso Nóos hasta que dio el salto a la política de la mano de Podemos. Incapaz de apartarse de tan mediático caso (aunque solo fuera por respeto a la toga que un día vistió y a las compañeras que un día fueron las suyas) se prestó al circo mediático y a opinar en el juicio paralelo televisivo. El papel del fiscal Pedro Horrach y de la abogada del Estado Dolores Ripoll no merecen más comentarios porque ya se ha dicho y escrito todo. La entrada en escena del juez José Castrocriticando a Ripoll y acusándola de faltar al respecto a quienes pagan sus impuestos religiosamente por defender que “Hacienda somos todos” es solo un lema publicitario, nos dejó estupefactos. La réplica en IB3 del presidente de la Audiencia Provincial, Diego Gómez-Reino, acusando públicamente a Castro de estar contaminado, ya fue alucinante. La contrarréplica del veterano juez instructor asegurando que no tiene ébola ni chapapote, increíble. Todo ello aderezado con la devolución por parte del fiscal superior Bartomeu Barceló, del carrito del Mercadona que alguien chorizó y que no es una excepción en los juzgados como todo el mundo sabe.

Lo peor es que nadie ha habido con autoridad suficiente para detener esta lucha en el barro por parte de juristas que investidos con togas y llamándose señorías ilustrísimas nos han ofrecido un combate vergonzoso.

(Publicado en Última Hora)

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