Últimamente no hay acusado por asunto de corrupción que no acabe
por buscar un acercamiento a la Fiscalía que le permita atenuar el golpe que se
le viene encima. Y bien que hacen. Está sucediendo con los ocupantes del
banquillo en el juicio del caso Nóos y según algunas informaciones también con
los acusados en el caso Voltor, muchos de los cuales están ya en la cárcel y
procuran salir lo antes posible. Todo pasa por reconocer los hechos delictivos
que atribuye la Fiscalía, confesarse culpables y reparar el daño causado, esto
es devolver el dinero defraudado.
Pronto concluirá la instrucción de otro caso de corrupción
que afecta de lleno al Partido Popular de Balears, el caso Over que es una
pieza separada del Palma Arena (la número 27). El publicista Daniel Mercado,
propietario de la empresa Over Marketing, que inicialmente negó toda
irregularidad y pronto entendió que más le convenía colaborar con la Justicia,
afirma que realizó trabajos para la campaña electoral del PP en 2003. Algunos
le fueron abonados en negro y apunta directamente al entonces tesorero del PP
balear y cuñado de Jaume Matas, Fernando Areal, y al actual presidente de la
Junta Territorial de Palma, José María Rodríguez, quien a la sazón era
secretario general del Partido con Matas de presidente.
Que el PP manejó dinero negro ya lo ha reconocido Areal
cuando admitió haber pagado 71.958 € a la agencia de publicidad Nimbus. Por
esto en octubre del año pasado fue condenado a un año y medio de cárcel y a
pagar 15.000 euros de multa, eludiendo la cárcel. Así pues ya consta que el PP
tenía dinero negro y consta que pagó en aquella época trabajos publicitarios
con ese dinero. Ahora, además, uno de los que cobraba con dinero negro –además
de con adjudicación de contratos públicos como el de la publicidad del hospital
de Son Espases– lo confiesa y señala a José María Rodríguez como la persona que
le pagó en alguna ocasión. Todo encaja por más que Rodríguez lo negara, aunque
ahora guarda silencio, motivo por el que con toda probabilidad la instrucción
de la causa se cerrará de forma inminente y se mandará todo a la Audiencia
Provincial. Mientras tanto e inexplicablemente Rodríguez, líder del PP de
Palma, está al frente del partido.
Cuando Areal fue condenado, el actual secretario general del
PP Andreu Ferrer, pidió perdón en nombre del partido y trató de suavizar el
tema afirmando que se trataba de hechos cometidos hace 8 años. Afirmó: “Son las
personas las que son corruptas y no los partidos, ni las instituciones. El PP
está totalmente por encima de la corrupción. El partido ha sido pionero en la
lucha contra la corrupción”. Esto casa muy mal con la situación de José María
Rodríguez, que siendo un importantísimo dirigente de la formación está siendo
investigado por corrupción y con toda seguridad será acusado por la Fiscalía e
irá a juicio.
¿Qué espera para largarse, señor Rodríguez? Y si él no se
va, ¿qué esperan para echarle? ¿No se dan cuenta del gravísimo daño que hace no
solo al partido, sino a la política en general? ¿No ven que con ese señor en un
despacho de la sede regional en la calle Palau Reial, toda frase ampulosa, toda
condena de la corrupción, toda muestra de respeto a la justicia suena más falsa
que un billete del Monopoly? ¿No caen en la cuenta de que ese señor y tantos
como él son los responsables de que hayan perdido miles de votos y de que nadie
quiera –ni moralmente pueda– pactar con ellos para que ostenten el Gobierno del
país?
José María Rodríguez, el presidente del PP de Palma, está a
las puertas de ir a juicio. Areal confesará y Matas seguramente también lo
haga. En este contexto solo oímos a Marga Prohens decir que “máximo respeto a
la Justicia”, que es como no decir nada. El PP continúa esperando que sean los
jueces y fiscales quienes solucionen sus problemas con la corrupción. ¿Se creen
que así se puede ir a algún lado? ¿No se dan cuenta del pozo de mierda en el
que están metidos? ¿Nadie habrá en el PP que alce la voz ante esto? Ya que él
no tiene la dignidad suficiente para marcharse hoy mismo y dejar de hacer daño
al partido y a sus cargos públicos y militantes, al menos que alguien con la
decencia suficiente le enseñe la puerta y le diga que no se le quiere allí ni
un día más porque les pringa a todos, se quiera o no. O quizás sea que sí se le
quiere allí, cosa que me resisto a creer pero es que ya no hay otra
explicación.
(Publicado en mallorcadiario.com)
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