28 noviembre 2015

SENSIBILIDAD SELECTIVA


El líder absoluto de Ciudadanos, Albert Rivera, vaticinó que Llibertat i Democràcia, el nuevo partido creado en Catalunya para sustituir a Convergència Democràtica de Catalunya, "va a acabar como Unió Mallorquina, con una disolución por banda organizada". También advirtió a Artur Mas de que "por más siglas que se invente" (rebautizando a CDC), no podrá tapar la corrupción de su formación. Es una pena que Rivera sea tan sensible con la presunta corrupción de Convergència y tan insensible a la corrupción de sus socios en Andalucía. Allí el PSOE gobierna y aprueba los presupuestos con el apoyo de los de Albert Rivera, pese al escandaloso caso de corrupción de los ERE y la millonada de euros defraudada.

Allí los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán han sido imputados recientemente en una pieza separada (junto a otros 50 ex altos cargos de la Junta de Andalucía) por prevaricación. Nada más que eso. Un delito que no lleva pena de prisión. Allí, a diferencia de lo que sucede en otros lugares, no se extiende generosamente la sombra de la sospecha. No se les acusa de malversación, como sí se hace con algunos subordinados, pese a su posición en la pirámide jerárquica. Aquí todo lo que haya hecho un inferior ha acabado imputándose al superior. Allí no.

Incluso el exjuez implacable contra la corrupción, Juan Pedro Yllanes, antes de ayer en Sevilla vino a censurar a la Junta de Andalucía por su actitud de negar la digitalización de los documentos llegados a la comisión de investigación sobre el presunto fraude, lo que según él demuestra que "tienen miedo a que las cosas sean transparentes y a facilitar la investigación". No consta que Ciudadanos haya retirado su apoyo al gobierno del PSOE que preside Susana Díaz.

La maquinaria del Estado se ha puesto en marcha para triturar a los impulsores del proceso soberanista catalán. Negar esto es ridículo. Nunca antes se persiguió la fortuna de la familia Pujol en el extranjero. Se hace ahora por razones de todos conocidas. Y es posible que el nuevo partido de Artur Mas acabe como Unió Mallorquina, pero no porque lo merezcan más que otros. Otros  partidos han tenido y tienen corruptos en sus filas, aprovechándose del cargo y de las siglas. ¿Acaso faltan ejemplos en el PP o en el PSOE? Pero nadie teme que ellos acaben disueltos por banda organizada ni sus máximos dirigentes encarcelados. No creo que haga falta explicar por qué.

(Publicado en Última Hora)

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