11 noviembre 2015

ASQUEROSA CACERÍA AL GENERAL PODEMITA


El fichaje por parte de Podemos del teniente general del Ejército del Aire, Julio Rodríguez, exjefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) entre 2008 y 2011, siendo ministra de Defensa Carme Chacón, ha levantado una inusitada polémica. Muchos le consideran un “traidor”, otros consideran que carece de toda lógica que un exmilitar se incorpore a las filas de un partido que está a favor del derecho a decidir en Catalunya, o que propugna un proceso constituyente para dar por superado el régimen constitucional de 1978.

Desde luego, toda persona que de un paso para entrar en política debe saber que está expuesto a la crítica pública, a veces descarnada, a veces poco rigurosa. Eso forma parte del juego democrático. Pero lo que me parece del todo intolerable es que se organice una cacería política contra una persona por el mero hecho de manifestar que se presenta de número dos por Zaragoza en las listas de Podemos. Y eso es lo que hemos presenciado, una detestable  cacería política donde todo vale en tal de acabar con el buen nombre y fama de un ciudadano que hasta ahora era considerado un militar intachable, pero ahora ya es un filoterrorista y un rojo peligroso que quiere acabar con España.
¿Hubiese recibido el general Rodríguez   el mismo tratamiento si hubiese anunciado su incorporación al Partido Popular o al Partido Socialista? En absoluto. Nada hubiese tenido lugar porque el bipartidismo rampante que aún padecemos en España considera que las formaciones distintas a PP y PSOE, no son dignas de tener a según quién en sus filas y aún menos a un militar que fue JEMAD.
Cuando oí a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría anunciar en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros ante los medios de comunicación que el Gobierno había acordado el cese del general Rodríguez “por pérdida de confianza e idoneidad” no daba crédito alo que estaba escuchando. En primer lugar porque fue el mismo general Rodríguez quien una semana antes solicitó el pase a retiro, imagino que porque fue él quien perdió la confianza antes que nadie en un Gobierno que ha demostrado con creces no ser idóneo. Además, sería interesante saber de qué cargo cesó el Gobierno a Julio Rodríguez, ya que no ocupaba destino militar alguno sino que sencillamente era vocal de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo solo por haber sido JEMAD, automáticamente, sin ninguna responsabilidad de mando.
Se trató solo de hacer creer a la ciudadanía que se estaba sancionando a Rodríguez, pero ¿con qué procedimiento? ¿Acaso se le ha escuchado antes y se le ha dado trámite de audiencia previa, como obliga cualquier procedimiento sancionador? ¿Se le ha informado privadamente de la acusación o de los recursos que cabe interponer a la pretendida sanción? Lo que ha hecho el Gobierno es de auténtica vergüenza, porque ha pretendido triturar su imagen pública, aunque a mi juicio ha logrado todo lo contrario y como muestra, un botón: el catedrático de derecho constitucional Javier Pérez Royo se ha seguido los pasos del general Rodríguez, sumándose a Podemos, según él mismo declaró en “Las mañanas de Cuatro”, por la impresión que le había causado lo sucedido con Rodríguez.
Yo aplaudo que un general decida entrar en política, porque por mí experiencia puedo asegurar que muchos de ellos hacen política cotidianamente sin necesidad de abandonar su puesto de mando. La apología que muchos hacen en sus cuarteles a favor de determinado partido -y a veces enalteciendo el régimen dictatorial del general Franco- es auténticamente indigna, pero queda impune. Muy a menudo lo que hacen los generales del Ejército sencillamente es ignorar las leyes que no les interesan, saltárselas a su capricho, y como quien va a resolver sus decisiones son otros jueces militares que dependen de ellos mismos, pues ya se pueden imaginar lo que sucede. Las organizaciones profesionales de militares y guardias civiles, como AUME y AUGC están hartas de mostrarnos casos.
Ahora leemos cartas abiertas de otros militares, severamente irrespetuosas, acusando al exgeneral de todo tipo de pecados. Si se afiliase al PP nada de esto pasaría. Y es que el PP sigue considerando determinados ámbitos como de su propiedad exclusiva. Pero eso se acabó. Al menos ahora hay un general que da un paso al frente y a cara descubierta se mete en política, no como la mayoría de ellos, emboscados en sus despachos en Madrid y en las salas de banderas de los cuarteles de toda España, donde hacen política con toda impunidad y nunca una vicepresidenta del Gobierno se atreverá a cesar a ninguno de ellos por hacerlo.
(Publicado en www.ibizadiario.info y www.mallorcadiario.com)

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