14 noviembre 2015

TODO CANTA

Parece que el Gobierno del PP no está muy contento con determinados funcionarios. Primero se negó a condecorar al fiscal anticorrupción Pedro Horrach, pese a los grandísimos y extraordinarios servicios prestados, en todos los órdenes. Luego se negó a otorgar medallas a los funcionarios del Grupo de Delincuencia Económica del Cuerpo Nacional de Policía, quienes también han ejecutado espectaculares y exitosas operaciones, con el factor añadido de que se han abstenido de participar en la defensa de la infanta Cristina, lo cual no todo el mundo puede decir y es aún muchísimo más meritorio y digno de reconocimiento. Más recientemente la delegada del Gobierno del PP, Teresa Palmer, ha denegado la licencia de arma al juez Penalva y al fiscal Subirán, quienes dirigen las investigaciones para desarticular la banda de delincuentes que ha logrado infiltrarse en la Policía Local de Palma. A Palmer no le pareció suficiente que ambos funcionarios se encuentren escarbando entre la porquería de San Ferran para permitirles llevar licencia de revolver o pistola y quiere que acrediten aún mejor los riesgos a los que están expuestos, como si no fueran evidentes. En lugar de facilitarles que se protejan a sí mismos se les asigna protección policial, que es más caro. El PP debiera disimular un poco porque todo canta mucho.


A cuenta del “proceso catalán” desde diversos medios se dice que Jordi Pujol Jr. actuaba de testaferro de su padre, el molt honorable president. Sin embargo esas mismas voces descartan de plano la posibilidad de que Iñaki Urdangarin fuese testaferro de su esposa Cristina de Borbón o incluso de alguien de la familia de esta, como su propio padre o incluso su hermano mayor. ¿A qué descartarlo sin más? Y además ¿por qué S.M. El Rey podía aceptar y aceptaba regalos (aunque fueran de sátrapas y dictadores saudíes como los Ferrari que ahora no hay forma de enajenar) y sin embargo se censura que cualquier funcionario público o autoridad sea objeto de dádivas del tipo que sean? Tan mal parece una cosa como otra. Pero hay un agravante: los regalos que le hacían al Rey, cuando pasaban a Patrimonio Nacional (aunque el único que los disfrutaba fuese Su Majestad), lo que realmente sucedía es que se colectivizaban los gastos, de tal modo que el mantenimiento de tales bienes era sufragado con cargo a los presupuestos generales del Estado y no a los de la Casa Real. ¡Todos a pagar!

(Publicado en Última Hora)

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