La fiscalía anticorrupción y la policía buscan a un hombre extranjero vinculado laboralmente a un constructor que supuestamente habría pagado un soborno de entre cuatro y seis millones de euros por ganar el concurso para la edificación de un proyecto en el solar de Palma. De nada le habría servido ya que destinando tan descomunales cantidades para amaños, pronto se arruinó y se vio inmerso en concurso de acreedores. Los bancos se quedaron con todo lo que tenía incluido el solar adjudicado fraudulentamente.
Las pesquisas las dirige un juzgado de instrucción de Palma, el cual lleva semanas investigando una pieza declarada secreta tratando de poner luz en el caso. Se inició al tener conocimiento la fiscalía de labios de un ciudadano que conocía los hechos de forma indirecta. Los datos pudieron ser corroborados a través de una segunda persona, pero este testigo sólo sabía del caso por referencias. Otros medios también apuntaron en idéntico sentido.
“Alguien está siendo investigado al estar implicado presuntamente en algún delito no concretado, cometido por no se sabe muy bien quién, cuando hizo algo con claros indicios de ilegalidad, aunque no está claro dónde ni en qué momento y aun está por determinar su grado de implicación en el caso con exactitud”.
Esto que acabo de relatar con ironía y a ratos con frases literales tomadas de la prensa, es la noticia de la semana para algunos. Lo único riguroso del artículo son los datos del yate del empresario, obtenidos en internet, salvando la errata de confundir manga por calado. Solo hay acusaciones de corrupción disparatadas basadas en testimonios “de segundas personas o por referencias” pero esto es suficiente para llenar una portada y dramatizar un relato sin prueba alguna. Instalados como estamos en un clima de sospecha generalizada, todo vale. Lo que cuenta es vender periódicos, aún a cuenta del rigor periodístico del que han abdicado.
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