Cuando el PP de Alcudia acepta pactar con la edil tránsfuga Carme García, logra la alcaldía a costa de asociarse con alguien que se comporta de forma políticamente inaceptable e inmoral. Su última fechoría al afirmar que, aunque entregó el carné del partido, nunca causó baja en el PSM-Iniciativa Verds, con la única pretensión de usurpar un grupo municipal para cobrar dinero público es el colmo de la caradura. ¿Alguien así es de fiar?
Cuando el PP de Campos acepta pactar con +Acció, entregando numerosas e importantes áreas de gestión (entre ellas, cómo no, urbanismo) a alguien que tan solo 14 días antes entregó la alcaldía a la formación con menos representación en el consistorio (seguramente como fórmula de presión para conseguir todo lo que ahora ha obtenido), se coloca en una situación absolutamente vulnerable para sufrir en cualquier momento una nueva moción de censura que envíe a Sebastià Sagrera a la oposición.
El PP hace mal en aceptar a estos socios de gobierno. No hay que entregarles áreas de responsabilidad o cuotas de poder y presupuesto. Ponen precio a sus votos y cualquier día se pueden cambiar de bando apoyando a quien más les convenga. Son muy malos compañeros de viaje y generalmente, malos socios de gobierno. No miran por el interés general sino por el suyo personal.
Recuerdo al señor Bauzá e Isern afirmar categóricos que si no obtenían mayoría absoluta, no gobernarían. Creo que en buena medida la clave de sus aplastantes victorias fue ese contundente mensaje. Lástima que no todos los candidatos del PP hayan adoptado ese honesto criterio, porque hay pactos que es mejor no hacer aunque haya que estar en la oposición cuatro años.
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