El magistrado José Castro, ya a punto de poner fin a su
dilatada carrera por jubilación, nos obsequió con una extensa entrevista en el
programa “Dues voltes” de IB3. Desafortunadamente la audiencia, como viene
siendo costumbre en los últimos años en la cadena autonómica, no acompañó al testimonio
que se nos ofrecía como merece el personaje, otorgando un exiguo 1,7% de share. En horario de máxima audiencia,
se trata de un resultado malo, aunque empatado con la media del canal de ese
día. Lo cierto es que siendo la entrevista muy interesante, como interesante es
el personaje, el exceso de merengue acabó haciéndolo empalagoso hasta decir
basta, cosa que era absolutamente innecesaria.
Más de una docena de personas, entre trabajadores de los
juzgados, jueces, fiscales, abogados y periodistas, loaron al juez. Pero igual
que ellos lo pusieron por las nubes, también se hubieran encontrado sin
dificultad un buen número de testimonios que soltasen pestes. De su mal
carácter y de sus comentarios faltones. Sobre todo las decenas de personas a
quienes ha tenido imputados en delitos de corrupción durante años, sin
importarle las consecuencias, para acabar un día archivando la causa. Imposible
no emocionarse cuando habló de que los jueces deberían saber lo que es la
cárcel. O estar imputado durante años siendo inocente, señoría. Tampoco se dijo
nada de la saga familiar de abogados que siguen sus pasos en el mundo del
Derecho, una omisión imperdonable. Ocultar las sombras como se hizo, no parece lo
más ético. Se diría que se les fue la mano con tan intensa ‘ensabonada’.
Castro tuvo el arrojo de llamar a declarar a una infanta de
España, hija de reyes, hermana del futuro rey y 6ª en la línea de sucesión a la
Corona, y de enviarla a juicio con la beligerante oposición de un fiscal, Pedro
Horrach, que se comportó como su abogado defensor. Castro se refirió a él como “ese
señor”, con un desdén superlativo y devolvió con elegancia, pero muy a
destiempo, todos los ataques recibidos de Horrach durante semanas (“nuestra
relación terminó”, “que le vaya bonito”). También respondió a la Casa Real, en
su discurso al recibir el título de hijo predilecto de Córdoba, las injurias
recibidas. Mucho aguantó mientras otros le ponían como un trapo. Ahora todo son
alabanzas. Claro. Si Horrach siguiera en la Fiscalía, jamás hubiésemos visto
esta entrevista. Ni IB3 ni nadie se hubiera atrevido.
(Publicado en Última Hora)
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