Nueva vuelta de tuerca en el caso Cursach, un caso en el que
es dudoso que los propios investigadores sean capaces de aclararse, exceptuando
en su apreciación de que todo testigo protegido es víctima de amenazas,
presiones, coacciones, palizas, tiroteos por parte de motoristas fantasmas y
robo de canarios. Se diría que todo lo que tienen los investigadores son
declaraciones de testigos y poco más. Y eso valdrá lo que los magistrados a
quienes corresponda en su día juzgar el caso -si es que algún día el caso va a
juicio, algo que al paso que vamos quizás suceda cuando el hombre haya
colonizado Marte-.
Afirmar que José
María Rodríguez gastaba más de 20.000 euros diarios en servicios de
prostitución, es una barbaridad que carece de toda credibilidad, como no sea
que Rodríguez sea el entrenador de Nacho
Vidal. Me recuerda a aquel episodio donde Javier Rodrigo de Santos sostenía que consumía entre 22 y 23 gramos
de cocaína al día, con la intención de beneficiarse de la atenuante de
drogadicción, cosa que le salió bien. Y francamente, una testigo que se
presenta en el despacho del abogado de una de las personas por ella señaladas,
no es algo que parezca muy normal. Al final, parece que estaremos ante un caso
donde las únicas pruebas de cargo son testimonios y poco más. De ahí que aún
pese sobre la causa el secreto del sumario, porque el juez Manuel Penalva y el fiscal Miguel
Ángel Subirán, siguen buscando a día de hoy, a saber con qué éxito aunque
se diría que no mucho. ¿Bastará con los testimonios que se tienen hasta ahora
para ir a juicio y lograr las condenas que se pretenden? Parece muy arriesgado
y de ahí que sigan buscando. Pero ya hemos visto condenas en la Audiencia
Provincial con poco más que testimonios ¡y de coimputados! De modo que Álvaro Gijón y Rodríguez pueden dar por
hecho que se sentarán en el banquillo de los acusados.
Si finalmente Gijón debe ir a juicio, deberá dimitir de su
cargo de diputado autonómico. Quizás lo mejor para él fuera que abandonara el
escaño ahora, sin posturas heroicas al estilo “resistiré”. Pero recuerden que
esta misma semana un testigo del caso Minerval afirma no solo que no hubo
ninguna estafa, sino que el fármaco alargó la vida de su hermana unos dos años y
le proporcionó gran calidad de vida. ¿Alguien ha cambiado su percepción del
caso tras oír a este testigo? Ensuciar es muy fácil, pero limpiar ya es más
complicado.
(Publicado en Última Hora)
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