Quién nos iba a decir en la Nochebuena de 2009 y en los días
posteriores, donde todos los medios de comunicación se hicieron eco del
registro del palacete del expresident Jaume
Matas en la calle de Sant Feliu, que en mayo de 2017, casi 8 años más
tarde, el asunto quedaría en agua de borrajas y que el mismo juez que ordenó la
entrada y registro, ordenaría archivar la pieza separada sobre el supuesto
enriquecimiento súbito e injustificado del exministro. Con todo lo que se ha
investigado a Matas, ni la Fiscalía, ni la Policía, ni la Guardia Civil, ni la
Agencia Tributaria, han conseguido aflorar “cuentas, depósitos, fondos o
cualquier otro activo patrimonial oculto, dentro o fuera de España”, como bien
señala fiscal el -ya en excedencia- Pedro
Horrach. Habremos de suponer que si después de tanta actividad
investigadora, no se ha encontrado la caja de Cola Cao de Matas, igual es que
no existe. Pero hemos de manejarnos con más prudencia que la diputada Núria Riera en Twitter a la hora de
lanzar las campanas al vuelo, porque está claro que el expresidente del Partido
Popular y del Govern de les Illes Balears experimentó un incremento patrimonial
no justificado y usaba reiteradamente “dinero opaco” para adquirir bienes y
contratar servicios, pero no se ha podido probar que el origen de esos fondos
fuera ilícito o producto de ningún delito.
Algo falla en este
país cuando un responsable político -nada menos que un exministro y
expresidente de comunidad autónoma- incrementa de forma notoria su patrimonio y
sin embargo, no puede ser llevado a juicio porque no está tipificado como
delito. Mucho se habla sobre la conveniencia de introducir este delito en el
Código Penal, pero nada se hace al respecto, a diferencia de lo que sucede en muchos
países de la Unión Europea y de Iberoamérica.
Ya debimos imaginar que esto acabaría así, porque por más
que el juez José Castro y el fiscal
Horrach buscaron y buscaron, no encontraron la dichosa caja fuerte llena de
dinero que andaban buscando en el palacete. Pero Jaume Matas ya nunca se
recuperó de semejante mazazo, como nadie hubiera podido hacerlo nunca. Incluso
con las tres condenas que ya lleva a sus espaldas por ahora, no se ha probado
que se haya enriquecido por esos delitos. Pero de nada sirve eso, porque la
inmensa mayoría de la ciudadanía piensa en él como el mayor de los ladrones que
esta tierra ha criado. Y sin embargo, no lo es.
(Publicado en Última Hora)
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