La infanta Cristina
de Borbón ha sido absuelta de colaborar en dos delitos fiscales, pero su
marido sí que los cometió, entre otros delitos y ella se benefició de ellos y
de las cantidades ingresadas por su esposo, razón por la cual debe pagar
265.088,42 euros. No contenta con haber salido tan bien parada del trance,
insiste en que considera “injusta” la condena a Iñaki Urdangarin, porque continúa sosteniendo que su marido es
inocente, tal y como lo hizo cuando declaro ante el tribunal: “Confío plenamente
en él y estoy convencida de su inocencia y de que siempre ha estado asesorado”.
Queda claro que estaba equivocada y que, a día de hoy, continúa estándolo. Quizás
aquí esté lo más grave del asunto, porque si ni ella ni su marido son
conscientes de que obraron mal, entonces es que no han aprendido nada y quién
sabe si mañana volverían a actuar del mismo modo, si surgiera la oportunidad. Analicemos el pavoneo de Miquel Roca a la puerta de su despacho de Barcelona. “Este sería un
buen momento para que algunos que durante este largo proceso han manifestado un
escaso respeto por la presunción de inocencia, aprovecharan ahora para
rectificar sus comentarios”. Esta altanería, que sin duda debe habérsele pegado
en el trato con el matrimonio Urdangarin-Borbón, nos obliga a recordar que por
más que ahora todos destacan que el Estado de Derecho funciona, hubo quien
quiso privarnos no solo de que la infanta Cristina fuera juzgada como cualquier
mortal, sino incluso de que compareciese ante el magistrado juez instructor José Castro para declarar. La Fiscalía
llegó a recurrir la decisión con términos muy gruesos, algo que no tiene
precedentes. Naturalmente que Roca puede exhibir este triunfo, pues la
absolución “con todos los pronunciamientos favorables” (una frase hecha en toda
sentencia absolutoria) significa que ella no cometió ningún delito, pero puede
vanagloriarse de este modo, porque se benefició de la actividad delictiva de su
esposo, actividad que continúa sin reconocer. Juan Pedro Yllanes
sostuvo ante el Palau de Can Berga en declaraciones a los periodistas que “lo
que hicimos fue poner a un delincuente frente al Gobierno de la comunidad”, lo
cual es rotundamente falso. Cuando llegó al Govern no era delincuente, sino que
delinquió bastante después y en todo caso, hasta ahora nadie ha probado su
enriquecimiento ilícito ni tampoco su lucro personal.
(Publicado en Última Hora)
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