Gracias a las continuas apelaciones a la independencia de la
Fiscalía oídas durante el juicio del caso Nóos y aún antes, nos habíamos convencido
de que tal cosa fuera real y que su única motivación era la defensa de la
legalidad. Pero esta semana descubrimos al ministro del Interior, Jorge Fernández
Díaz, revelándonos la auténtica misión del Ministerio Fiscal: afinar. El
ministro ha sido grabado secretamente en su propio despacho haciendo lo que se
le supone a todo titular de Interior, usando a las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad –y a sus servicios de información– a su conveniencia y la de su
partido. Confabulando a lo grande junto al jefe de la Oficina Antifrau de
Catalunya, Daniel de Alfonso, al que oímos en un tono algo más que sumiso,
terminando casi cada frase con un “¡a tus órdenes, ministro!”. Vamos, lo que
viene siendo practicar la guerra sucia, que es lo que se ha hecho toda la vida
en el Ministerio del Interior. Reconozcamos que el actual ministro demuestra
especial torpeza porque ya lo de aquella reunión que mantuvo en su despacho con
Rodrigo Rato fue algo propio de un tipejo absolutamente incompetente y carente
de escrúpulos, por más del Opus Dei que se proclame o quizás justamente por eso.
Pero no nos rasguemos las vestiduras porque ¿acaso esta será la primera vez que
el aparato del Estado tritura a un rival político, incluso a un partido entero?
Fernández Díaz es incapaz de inventar nada y seguramente se limite a hacer lo
que han hecho todos sus antecesores: utilizar los ingentes medios del Estado,
tanto personales como técnicos, en su propio beneficio político y en el
perjuicio de sus contrincantes. ¿Alguien
se acuerda de la polémica por el sistema de escuchas telefónicas (más conocido
como SITEL) con las que se acusaba al entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez
Rubalcaba, de espiar a todo quisqui? ¿Acaso fue desmantelado? Este lamentable
episodio ha dejado en evidencia a lo que se dedican realmente las oficinas
antifraude y anticorrupción que surgen ahora como hongos en las autonomías:
organismos dedicados a la inquisición más repugnante, generadoras de dosieres
con motivación política para acabar con los rivales. En Balears la Ley que
regulará la oficina anticorrupción ya está en el Parlament, pero sus impulsores
no se acaban de poner de acuerdo en quién será el inquisidor general. Igual
ponen a un fiscal con gran experiencia en afinación.
(Publicado en Última Hora)
No hay comentarios:
Publicar un comentario