14 junio 2016

LAS MATANZAS SE SUCEDERÁN

Estados Unidos es la cuna de la libertad. Cualquier criminal tiene la completa libertad de comprar tantas armas automáticas y munición como pueda pagar para formar una balacera donde le plazca y acabar con la vida de aquellos que le caigan más antipáticos. De hecho, los criminales son los más libres de todos, porque pueden figurar en una lista de sospechosos de simpatizar con organizaciones terroristas de toda calaña y ello no impedirá que puedan aprender a pilotar un Airbus en una escuela de vuelo para estrellarlo contra un edificio en Nueva York (solo aprender a volarlo, sin despegues ni aterrizajes), ni tampoco que puedan comprar –y de hecho lo hagan– cuantos fusiles de asalto y armas de guerra les de la gana y puedan pagar. No en vano en el país hay más armerías que McDonalds.
Aunque las autoridades realizan escuchas y seguimientos informáticos masivos a la población, como nos explicó con todo lujo de detalles el antiguo agente de la CIA Edward Snowden (ahora exiliado en Rusia) ello no impide que un terrorista en potencia pueda comprar todo un arsenal de armas de guerra de forma perfectamente legal. Eso sí, no podrá tomar un avión, pero entrar en un club nocturno, o un instituto (cosa que sucede muy habitualmente) o una universidad, cuando le apetezca y sin el más mínimo problema y organizar allí una carnicería que engrosará la lista de las que tan usualmente ocurren en el país.

Ahora ha sido el colectivo LGTB, pero en una ocasión anterior (2015) le tocó a la iglesia Episcopal Africana Emanuel, en Charleston, Carolina del Sur (9 muertos). Otra vez (2015) a los cristianos del campus del Instituto Superior Técnico de Umpqua, en Rosebur, Oregón (9 muertos). Anteriormente (2012) a los fieles de un templo sij en Oak Creek, Wisconsin (6 muertos). Creo que no hace falta seguir porque la lista es interminable.La masacre del club Pulse de Orlando deja en evidencia la esquizofrenia que padece la sociedad norteamericana. El día antes de la masacre con más víctimas desde el 11-S, en la misma ciudad de Orlando un tipo con dos pistolas tiroteó a Christina Grimmie, la cantante que se hizo famosa en el programa ‘La Voz’ de la cadena NBC. Y ante esto, ¿hacen algo las autoridades norteamericanas? ¿Les obligan a hacerlo los ciudadanos? Nada de eso. Parecen resignados a padecer este tipo de dramas cada dos por tres y creen poder protegerse comprando más armas de fuego en una espiral de locura que reporta ingentes millones de dolares a la industria armamentística.

Claro que hay homofobia y delitos de odio. Claro que algunos voluntaria o involuntariamente la promueven. Pero el problema va más allá. Es mucho peor porque la sociedad estadounidense no es capaz de ver que si no hacen nada, las matanzas se sucederán. No entienden que pese a las fortunas que invierten en el Departamento de Seguridad y en el de Defensa, son víctimas en potencia de cualquier chalado que compre un fusil de asalto, un arma que en cualquier país civilizado solo está al alcance de las Fuerzas Armadas y que en los Estados Unidos de América puede uno comprar en un supermercado de barrio.

(Publicado en Mallorcadiario.com e Ibizadiario.info)

No hay comentarios: