Los policías y guardias civiles que son destinados a Balears
con motivo de la ‘operación verano’ no tienen nada fácil alojarse dignamente en
hoteles al precio al que cobran ellos las dietas. El Ministerio del Interior
paga a un agente raso 48,92 euros por noche de alojamiento y 28,21 por
manutención al día, lo mismo da que vaya a Calvià o a Formentera. Si no fuera
por la “colaboración” de algunos empresarios hoteleros, tendrían que ir a
dormir davall es pont de Sa Riera. Ante la indiferencia de los políticos,
Balears se ha convertido en un destino apestado para muchos funcionarios
públicos. Esa limosna llamada plus de insularidad no basta para nada y continúa
siendo muy inferior a lo que cobran en Canarias, Ceuta y Melilla. ¿Es razonable
que el alojamiento de los funcionarios dependa de la caridad? ¿Hay alguien en
su sano juicio que crea que un empresario hotelero, pudiendo cobrar 70 u 80
euros por cama en julio y agosto, se conforme con cobrar 48, solo porque sus
clientes son policías? No seamos ilusos. Por algún lado ha de llegar la
plusvalía o al final, el coronel jefe de la Comandancia o el comisario superior
acabarán debiendo demasiados favores a muchos empresarios, si no sucede ya como
yo me temo.
Esta misma semana el Parlament ha aprobado –con la curiosa abstención
del PP– pedir que las residencias militares que hay en Balears (que suman unas
500 plazas según El Pi) y que son auténticos alojamientos turísticos
financiados con los impuestos de todos, dejen de ser de uso exclusivo de los
militares y pasen a ser gestionados por el Govern, de forma que puedan
solucionar los problemas de alojamiento de determinados funcionarios de
servicios esenciales o incluso de colectivos con necesidades especiales como
víctimas de violencia de género o mayores dependientes. Lo mismo podría decirse
del Club Es Fortí, que podría y debería tener un uso compartido entre Defensa y
el Ajuntament de Palma. Pero ahí está, convertido en un gueto de mandos
militares y de sus amigotes civiles, al que ni siquiera tiene acceso la tropa ni los suboficiales. Es hora
de ir acabando con los privilegios de casta, impropios de los tiempos que
corren, aún más cuando la necesidad es tanta. Esas instalaciones darían muy
buen servicio a todos los ciudadanos. Y a los militares, como a los policías y
guardias civiles, que les retribuyan dignamente para que puedan vivir sin
recurrir a la caridad.
(Publicado en Última Hora el 21.5.2016)
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