El guateque que al parecer tenían montado un buen número de
agentes de la Policía Local de Palma, en estrecha colaboración con algunos de
sus mandos y también con ciertos políticos –ardemos en deseos de conocer sus
nombres– era de los importantes. Se trataba de redistribuir la riqueza. Ya que
los empresarios del ocio ganan tanto dinero, había que repartirlo y evitar que se quedara en manos de unos pocos.
Los hubo que pagaron con gusto, ya fuera en dinero, en especie, en sexo, en drogas
o contratando servicios a empresas de los miembros de la banda o de sus
familiares directos. Así se aseguraban tranquilidad y que sus competidores
bailasen de lo lindo. Y los que no pagaban, se atenían a las consecuencias: las
reiteradas y carísimas visitas de la Patrulla Verde, que aplicaba inmisericorde
el reglamento y ya podías ir cerrando el negocio.
Esta semana hemos descubierto
que la trama criminal supuestamente recibía colaboración directa de otro
departamento municipal, lo que era de suponer. Este caso guarda notable
parecido con el ‘caso Guateque’ del Ayuntamiento de Madrid, destapado en 2007.
Está pendiente de juicio y sentará en el banquillo a 34 personas, de las que 19
son funcionarios, que supuestamente participaron en una trama que sobornaba
empleados públicos a cambio de aligerar el trámite de concesión de las
licencias de sus establecimientos. Los acusados cobraban mordidas que iban
entre los 3.000 y los 18.000 euros. Se consideró cabecilla de la trama al entonces
jefe del área municipal de Impacto y Análisis Ambiental. Ahora que el juez Penalva
a enviado a prisión preventiva sin fianza a Pedro Torres, que fue jefe
de control de Actividades en Cort, ¿no parece todo bastante parecido? Raro
sería que aquí no copiásemos algo de Madrid. Poco a poco y gracias a la
tenacidad del juez y el fiscal, se va descubriendo que no se trata de unas
pocas manzanas podridas en la Policía Local, sino una trama mucho mayor que
necesariamente cuenta con ramificaciones fuera del cuerpo y cuyo alcance es lo
que intenta desentrañar la investigación aún declarada secreta.
El abogado Manuel González Peters intentó por segunda vez
pegarse un festín con los despojos del “sindicato” Manos Limpias en el juicio
del ‘caso Nóos’, pero de nuevo el tiro le ha salido por la culata y ahora su
colega Virginia López Negrete parece dispuesta a ir a por él. Ni en un guateque
nos divertiríamos tanto.
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