Los cabecillas del “sindicato” Manos Limpias y de la
“asociación de consumidores” Ausbank, que a decir de todos los indicios eran
auténticas tapaderas para delinquir con impunidad y, encima, tener apariencia
honorable y buena reputación, están en prisión provisional. Miguel Bernad y
Luis Pineda actuaban presuntamente extorsionando a personas contra las que
presentaban denuncias y querellas, y a cambio de la obtención de grandes sumas
de dinero se ofrecían a retirarlas y librarles de la espada de Damocles que
supone un juicio. Muchos pagaron pero otros no sucumbieron, aunque no sabemos
qué tal les fue. Según la RAE extorsiona el que ejerce sobre alguien presión “mediante
amenazas para obligarlo a actuar de determinada manera y obtener así dinero u
otro beneficio”. El Código Penal concreta aún más y dice que comete delito de
extorsión “el que, con ánimo de lucro, obligare a otro, con violencia o
intimidación, a realizar u omitir un acto o negocio jurídico en perjuicio de su
patrimonio o del de un tercero”.
Esta semana se tenía que celebrar en la Audiencia el juicio
por la pieza separada nº 10 del ‘caso
Voltor’, que finalmente se ha despachado con un acuerdo de conformidad. Los
principales acusados se enfrentaban a importantes penas de cárcel por parte de Anticorrupción
y de la empresa Cubic, que presentó una denuncia en 2009 al considerarse
perjudicada en un concurso que no ganó, aunque finalmente tampoco lo ganó la
empresa denunciada, ya que se anuló la adjudicación. Cubic pedía penas de
prisión más altas incluso que la Fiscalía y se llevará una buena pasta tras el
acuerdo. Pero interesa destacar que en los escritos de acusación, la Fiscalía
siempre imputó el delito de malversación, el más grave y gracias al cual las
penas de prisión que se pedían eran sustanciosas. Sin embargo y solo tras la
conformidad, el fiscal retiró la acusación por la malversación al apreciar que
no concurría el delito. Entonces, si no concurría y nunca concurrió, ¿por qué se
estuvo acusando de malversar durante años? Para forzarles a aceptar penas
menores y a pagar para librarse de un juicio que podría llevarles a la cárcel. ¿No
se parece mucho a lo que presuntamente hacían Bernad y Pineda? No sé. Y este no es un
caso extraordinario sino muy común, porque ya apenas vemos juicios y sí muchos
acuerdos de conformidad, con gente dispuesta a firmar lo que sea y a pagar para
acabar con los problemas judiciales.
(Publicado en Última Hora)
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