Estos días hemos oído ciertos eslóganes que parecieran
mensajes de grandes intenciones, pero mucho me temo que se olvidan muy pronto: “Ha comenzado el cambio”. “Compromiso responsable de
trabajar por la transformación”. “Hemos forjado un programa de gobierno sólido,
solvente y útil para la ciudadanía”. “Un gobierno que plante cara a la crisis
en defensa de las personas y del interés general”. “El objetivo de este
gobierno es que todo el mundo supere la crisis y nadie se quede en la cuneta”.
“Seré el alcalde de todos y cada uno de los habitantes”. “La vara de mando es
de todos vosotros y es el pueblo quien debe mandar”. “Esto no ha hecho nada más
que empezar”. “Una nueva forma de gobernar”. “Pobreza cero”. “No soy un alcalde
que está solo”. “Estaremos en la calle”. “Gobernar para todos, sin ningún tipo
de sectarismo”. “Esfuerzo, sacrificio y austeridad”. “Trabajar para el pueblo”.
“Estaré a disposición del pueblo”. “Somos servidores públicos y tenemos que
trabajar con proximidad y coherencia”. “Tomo la vara no para mandar, sino para
servir”. “Llevaremos adelante un modelo de gestión transparente”. “Una
Administración más abierta, transparente y cercana”. “Nuestro objetivo es
gobernar en beneficio de todos los ciudadanos”.
Esto son solo algunas de las frases pronunciadas por los
nuevos alcaldes pero dijeron estas majaderías como pudieron decir cualesquiera
otras. ¡Qué más da! No iban a decir a las primeras de cambio que estaban allí
para chupar de la teta, para calentar la poltrona, para mandar a gusto, que el
oscurantismo iba a presidir sus actuaciones y que la arbitrariedad sería ley en
el consistorio. ¡Estaría bueno!
Yo que soy muy amante de los discursos (pero de los buenos,
no de la sarta de gansadas y obviedades que hemos oído, de la vacuidad hecha
verbo sin ninguna originalidad ni nada que se le parezca) agradecería que los
primeros ediles hagan un curso de oratoria y que empiecen sus mandatos a “porta
gayola”, deslumbrando a los ciudadanos con alocuciones brillantes, diciendo
cosas dignas de ser recordadas y no una batería de tópicos repetidos cada
cuatro años con los resultados de todos conocidos. ¡Cómo pagaríamos porque nos
ahorrasen esta tortura! Que si “queremos gobernar escuchando”, que si “que nos
llamen por nuestro nombre de pila y nos tuteen”, que si “trabajar codo con codo
para construir una ciudad feliz”. ¡Lo que hay que oír!
(Publicado en Mallorcadiario.com)
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