23 junio 2015

OTRA VEZ CON LAS BANDERITAS

En este país las banderas sirven para pegarse con ellas en la cabeza. Si no se hace, no estamos tranquilos. Del color que sean y representen lo que representen, el deporte nacional en España es cogerlas y comenzar a repartir tortazos a diestro y siniestro con ellas. Ya sean “rojigualdas”, ya sean cuatribarradas, ya sean esteladas, eso es lo de menos. Lo importante es apoderarse de una y sacudir con ellas al rival lo más duro posible.

Pedro Sánchez compareció este domingo tras su proclamación como candidato a la presidencia del Gobierno de España por el PSOE, con la proyección de una enorme bandera nacional con el escudo constitucional de fondo. Nadie pudo ver ni un solo símbolo del Partido Socialista. La polémica no se ha formado por la ausencia del histórico símbolo del puño y la rosa, sino por la gran enseña nacional. Hasta Més ha criticado el supuesto “giro del PSOE hacia el nacionalismo español”. Y todo por una bandera. Bien es verdad que si lo mismo lo hace Mariano Rajoy, los improperios serían descomunales, menores de “facha” ninguno. Pero si lo hace Pedro Sánchez, no pasa nada. Y si lo que se enarbolan son banderas cuatribarradas o esteladas, los de Més no se molestan, ni les parece extraño ni criticable.

Lo último ha sido ver al PP de Calvià criticar que, según ellos, el nuevo equipo de gobierno municipal haya parado el expediente de contratación del mástil de la enorme bandera española de la rotonda de entrada a Palmanova. Lo califican de bloqueo, cuando ellos ordenaron la licitación de la contratación del mástil poco antes de las elecciones. Y les parecerá normal… No se puede reprochar al nuevo consistorio que sus prioridades de gasto sean otras más relevantes que un palo para una bandera.

Yo, que relativizo mucho el asunto de las banderas porque sé que estamos en España y que aquí por asuntos tan irrelevantes, le tachan a uno de cualquier barbaridad, acostumbro a ver en ellas lo que son: trapos tintados. No me preocupan lo más mínimo, ni para ensalzarlos ni para denigrarlos. Me da igual del color que sean. Pero no me hace ninguna gracia que me vayan atizando con ellas quienes se creen sus dueños. Dejen ya de dar la brasa con las banderitas, que ni son suyas ni tienen ningún derecho a andar apoderándose de ellas.

(Publicado en Mallorcadiario.com)

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