15 marzo 2014

LA PROCESSÓ DE L'ENCONTRE


Este martes una multitud de periodistas de diversos medios de comunicación acudieron a los juzgados a presenciar la Processó de l’Encontre. Aunque no era muy probable que sucediera, esperaban cual aparición mariana que Jaume Matas y Maria Antònia Munar se encontraran cara a cara en los juzgados y querían inmortalizar el momento como si se tratara del encuentro de la Mare de Déu con Jesús resucitado. Pero aún estamos en Cuaresma,  el martes no era domingo de Pascua ni los juzgados de Palma son lugar para que se desarrollen reuniones de este tipo. Tuvieron que fastidiarse sin poder disimular su contrariedad. Sin embargo la satisfacción era patente entre algunos porque esta vez Munar sí llevaba esposas en sus muñecas, aunque las disimulara bajo un pañuelo y presentaba un aspecto físico cada vez más demacrado. Otros se lamentaban porque no iba cargada con cadenas, una bola de hierro en cada tobillo o con harapos que permitieran la contemplación del cuerpo desnudo con sus llagas y úlceras correspondientes. Pero cuidado porque como dice un refrán castellano, “el que se ríe del mal de su vecino, a él le viene de camino”.
 
Por lo demás, las diferencias entre Matas y Munar son evidentes a simple vista. Ella acudió a declarar (tras la negativa del juez a que lo hiciese por videoconferencia) conducida por la Policía desde la cárcel de Palma. Él está en libertad mientras se tramita el expediente de indulto. Y es que no es lo mismo haber pertenecido a un gran partido político de ámbito nacional como el PP, que a otro pequeño y nacionalista como UM. En ambos casos, tanto Matas como Munar son acusados por coimputados que han pactado con la Fiscalía generosas rebajas de sus condenas por hechos delictivos que ellos sí cometieron exclusivamente en beneficio y lucro propios, Juan Francisco Gálvez y Bartomeu Vicens.
 
Vicens ya fue juzgado a finales de 2013 por el caso Metalumba, una pieza separada de Son Oms. Inicialmente la Fiscalía solicitaba para él 19 años de cárcel y 13 años para su mujer, Antonia Martorell. Tras el pacto correspondiente fue condenado a 5 años y 9 meses, y su mujer a solo 2 años, lo que la libró de la cárcel. Vicens con sus acusaciones está cumpliendo con su parte del trato. Y es que comprobamos que la palabra acusatoria de un coimputado vale más que la palabra exculpatoria de un testigo. Además, solo es tenida en cuenta cuando incrimina, nunca cuando exonera.
 
(Publicado en Última Hora)

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