20 abril 2013

EXCESOS VERBALES


 
Quizás sea mucho pedir a nuestros gobernantes, a nuestros representantes públicos o en general, a todos aquellos que ocupan un puesto de responsabilidad con relevancia pública que tengan sangre fría, no se acaloren y procuren ser comedidos en sus declaraciones. Quizá pedimos demasiado. Pero fíjense, en los últimos días tenemos ejemplos estremecedores del uso excesivo de adjetivos fuera de tono: la secretaria general del PP María Dolores de Cospedal equipara en reiteradas ocasiones a los afectados por las hipotecas que participan en las protestas ante el domicilio de los políticos, actos también conocidos como “escraches”, con los fascistas. Un musicólogo de Bunyola llamado Amadeu Corbera ha comparado al presidente del Círculo Balear Jorge Campos con el asesino de Guillem Agulló (un joven maulet valenciano asesinado en 1993 por individuos de ultra derecha). El diputado del PSIB y escritor Lluís Maicas acusa a José Ramón Bauzá de perpetrar un “genocidio lingüístico” y le califica de “analfabeto”. El diputado de UPyD Toni Cantó en una entrevista afirma que hay que poner límites a la inmersión lingüística en catalán “de la misma manera que no se puede decir que se permita a los pederastas campar a su anchas”. Quizás en un nivel de gravedad menor, pero igualmente fuera de lugar la ministra de Trabajo, la ínclita Fátima Báñez, nos alecciona a todos explicando que el hecho de que muchos jóvenes hayan salido de España a buscar trabajo porque aquí ya no hay esperanza, a eso se llama “movilidad exterior”. 

Harían todos bien en tomarse una infusión relajante y respirar hondo. Póngase todo el mundo tranquilo porque las hipérboles descriptivas están resultando excesivas a todas luces. Ya sabemos que la situación es muy complicada y que todo el mundo está muy quemado, pero ¿en qué contribuyen expresiones tan desmedidas como las citadas en apaciguar las aguas? En absolutamente nada.

El país tiene suficientes problemas como para que personas públicas vengan a encender los ánimos de mala manera. Los “calentones de Twitter” (como los llama el propio Toni Cantó), los exabruptos, las exageraciones, los comentarios salidos de tono, los excesos verbales en suma, deberían estar penados por ley. No solo no ayudan sino que nos hunden a todos en la depresión. Si quienes debieran dar ejemplo de saber estar y de mesura andan rebuznando memeces de este tono, dan ganas de apuntarse a lo de la movilidad exterior y no volver hasta que la situación mejore.

(Publicado en www.ciutat.es el 20.4.2013)
http://www.ciutat.es/opinion/columnistas/item/6998-excesos-verbales

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