En Estados Unidos tienen a sus superhéroes que luchan contra
los malhechores, aparte del sheriff Joe
Arpaio, que es real aunque no lo parezca. En Baleares, siempre más eficaces,
tenemos a la Fiscalía y a la Sección 2ª de la Audiencia Provincial, quienes día
y noche nos protegen de peligrosos criminales. En una semana han puesto entre
rejas a Lorenzo Casasnovas, ex
concejal de Ciutadella, y a Joaquín
Rabasco, ex concejal de Llucmajor, que aunque no figuraban entre los
hombres más buscados del FBI ni de la Guardia Civil –seguramente por algún
descuido inexplicable–, eran “peligrosos criminales” capaces de los peores
actos.
El primero fue condenado a 12 meses de cárcel, pero
arbitrariamente le ha sido denegada la suspensión de la condena que se aplica siempre
que la condena sea inferior a 24 meses sin antecedentes penales. Es por esto
que Isabel Pantoja previsiblemente no
entrará en la cárcel, aunque tiene mucha suerte de no haber topado con los
magistrados Gómez-Reino, De la Serna y Jiménez, los miembros de la Sección 2ª que pronto tendrán oportunidad
de demostrar su valentía con la Infanta
Cristina. El ex líder de ASI, Joaquín
Rabasco, fue condenado a 2 años e
igualmente ingresará en prisión, aunque los hechos por los que fue condenado
ocurrieron ¡hace 13 años!
¿Creen que nos sale gratis tener las cárceles llenas? Cada día que un
preso está encerrado tiene un coste estimado de 1.644 euros al mes (casi 55
euros al día). España es con diferencia el país de la Unión Europea con mayor
población penitenciaria, aunque las tasas de criminalidad son inferiores a la
media de nuestros socios. ¿Cómo se explica? Porque aquí todo lo castigamos con
la cárcel. No entra en nuestros planes condenar a trabajos en beneficio de la
comunidad, como se hace en toda Europa. Y así tenemos a más de 70.000 reclusos
que nos cuestan un Potosí. Hasta a José Ortega
Cano le quieren enviar a la cárcel dos años y medio –y a algunos les parece
poco– cuando habría que preguntarse ¿qué
se soluciona con eso? No se trata de dejar a nadie sin castigo pero cuando no
hay peligrosidad, hay alternativas a la cárcel más eficaces y baratas. Por
ejemplo, podrían obligar al torero a cuidar heridos por accidente de tráfico en
un hospital por la noche. Sin embargo, preferimos enviar a la gente a la cárcel
y así las tenemos llenas de reclusos que no supone
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