En Mallorca, unos individuos armados amordazaron a un vigilante y entraron a robar en el chalé de la empresaria María José Hidalgo en Son Verí. Al día siguiente hacen lo mismo en Costa d’en Blanes. Un nigeriano cae de un quinto piso en Son Gotleu en extrañas circunstancias y muere. Hay disturbios pues algunos amigos suyos acusan a los gitanos de su muerte. La policía practica 5 detenciones pero no se logra apaciguar la tensión en el barrio y se ordena que varias unidades antidisturbios se queden en Palma y no regresen de momento a la península. En junio, un artefacto explosivo estalló en la Plaza de España hiriendo levemente a dos personas sin que se haya esclarecido aun la autoría.
Baleares se ha convertido en un paraíso para los delincuentes. La fiscalía y la policía están desbordadas por los presuntos casos de corrupción y los ciudadanos se preguntan si registrar empresas e investigar contratos fraccionados menores de 12.000 euros es más importante que mejorar la seguridad ciudadana con más presencia policial y más investigadores. Están haciendo el ridículo descuidando lo verdaderamente importante. Las redes de delincuencia organizada se frotan las manos.
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