Se empieza sustituyendo el patrocinador principal de la
camiseta del primer equipo desde una entidad benemérita como UNICEF por una
fundación privada creada por el rey de Qatar y más tarde por la aerolínea de
bandera de la propia dictadura (se trata oficialmente de una Monarquía
absoluta) y con el tiempo y una caña, se impulsa una campaña de apoyo a un
jugador recién condenado a 21 meses de cárcel por un delito fiscal. En efecto,
el portavoz del FC Barcelona, Josep Vives, manifestó este lunes que se trata de
una “iniciativa sencilla, pero que sirve para demostrar una manera de hacer de
la masa social del Barça”. ¡Y tanto que demuestra una manera de hacer! Sobre
todo de una directiva indecente y embrutecida que solo persigue que el astro
argentino quiera renovar su contrato y no opte por largarse a otro sitio donde
no le humillen sentándole en el banquillo por no pagar a la Hacienda lo que debía.
Se argumenta que se trata a Leo Messi de forma injusta,
aunque no parece que más injustamente que Imanol Arias, Ana Duato o al dueño de
la discoteca Amnesia de Ibiza, por citar solo a algunos ejemplos de actualidad.
O a Ana Torroja, Lola Flores (qepd), Pedro Ruiz o Bertín Osborne. Y parece
mentira que no se den cuenta de que la vergonzosa y vergonzante campaña
emprendida por una entidad que se supone depositaria de unos valores que dice
fomentar entre los jóvenes deportistas seguidores del club, lo que hace es
transmitir convenientemente amplificado un mensaje repugnante de solidaridad con una
persona condenada por la Justicia por evadir impuestos, lesionando de forma
irreparable la confianza en la Justicia y en el Estado de Derecho.
Han llegado al punto de difundir una fotografía de todos los
trabajadores de la entidad sobre el césped del Camp Nou con las manos
extendidas y mostrando el número 10 del dorsal de Messi. Me gustaría saber qué
pasaría si uno solo de los trabajadores dijese que no estaba conforme con la
campaña porque él sí que paga sus impuestos religiosamente. Y también es dudoso
que el club se comportase de igual forma si fuera uno de ellos los que
resultara condenado.
Estamos ante una campaña incalificable, #TotsSomLeoMessi,
que supone un error titánico porque empaña de forma irreparable la imagen de un
club que debiera situarse por encima de los errores personales que cometan sus
jugadores o sus representantes legales. Consta que el crac tiene dinero de
sobra para contratar a los mejores abogados para que le defiendan en el
Tribunal Supremo, pero atizar a la masa social contra los Tribunales es una
aberración que habrá de pagarse cara en términos de imagen pública. Las críticas
ya suman más que las adhesiones y con mucha más razón, por lo que la mente
prodigiosa de la que ha surgido esta barbaridad, debiera irse a su casa.
(Publicado en mallorcadiario.com e ibizadiario.info)
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