Hay que remontarse nada
menos que 5 años y 5 meses atrás (febrero de 2011) para recordar la magnitud
del tsunami que aquellos hechos causaron en la política balear. El caso
‘Pícnic’, que ahora ha sido archivado por falta de pruebas que acrediten el
delito de malversación de caudales públicos, acarreó la detención de destacados
cargos públicos de Unió Mallorquina (UM) y la
impactante imagen de agentes de la Policía Judicial entrando en la sede
del partido y registrándolo durante más de 7 horas. Días más tarde, el juez
fijó una fianza civil de 1,6 millones de euros a UM, lo que supuso el
descabello certero de la formación nacionalista y acabó de raíz con los tímidos
intentos de refundación que se venían oyendo. Bien es verdad que un año antes,
en febrero de 2010, el presidente Francesc Antich expulsó del Govern a los
consellers de UM tras la detención de algunos directores generales. Eso hizo
que se quedase en minoría hasta los comicios de mayo de 2011 y ni se le pasó
por la cabeza adelantar las elecciones o someterse a una cuestión de confianza
en el Parlament, lo que permite comprender mucho mejor los recientes
posicionamientos de la presidenta Francina Armengol sobre los gobiernos en
minoría (o como sea y con quien sea). Pero contrariamente a lo que sucede con
el resto de formaciones políticas que se ven salpicadas por casos de
corrupción, los que afectaban a miembros de UM eran atribuibles al partido en
su conjunto. Se llegó a hablar de que se trataba de una banda organizada, cosa
que jamás se ha dicho de ningún otro partido –por muy grande que sea el saqueo–.UM
desapareció inevitablemente. Ahora, tras oír las grabaciones hechas en su
despacho al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, es más fácil
comprender muchas cosas. Pero todavía existen en la judicatura profesionales
honestos que actúan rectamente y en conciencia; que absuelven al reo si no hay
delito, por más cosas que se publiquen y presiones que reciban. Claro que ya
muy pocos se arriesgan a ir a juicio, pero algunos ha habido defendiendo su
inocencia sin plegarse a pactar una pena reducida a cambio de confesar cosas
que no hicieron. Mateo Cañellas y Cati Julve han logrado no ser declarados
culpables, pero se han dejado su patrimonio en abogados y la salud psicológica
y la de sus familias. Pero eso a nadie le interesa eso. Las imputaciones
merecen portadas pero las absoluciones a veces nada.
(Publicado en Última Hora)
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