02 julio 2016

LA "ESPANTÁ"

Hay quien defiende que la “espantá” es una suerte del toreo. El célebre matador de toros Rafael Gómez Ortega, “el Gallo”, (hermano mayor de “Joselito”), famoso por ejecutar esta suerte con bastante frecuencia pese a ser un excelente torero, se justificaba en 1936 diciendo «cuando veía que no podía dominar al toro, daba la “espantá” porque prefiero una bronca a una “corná”. La “espantá” no es miedo, es defenderse del toro». Se diría que esta “espantá” parece el preludio de la condena de la infanta Cristina de Borbón. Hay tanta prisa que no se puede esperar al veredicto de las magistradas. Decía “el Gallo”: «dígame usted, si sabe que el toro le va a coger, ¿se va a quedar delante de él? ».
El aún fiscal no oculta su incertidumbre por la nueva etapa profesional que ha optado por iniciar y no descarta regresar a su puesto en el Ministerio Público si el despacho no le va bien. No tiene de qué preocuparse porque seguro que le irá muy bien. No habrán de faltarle clientes acaudalados que acudirán aconsejados por la Casa Real o por Miquel Roca a su despacho profesional, en agradecimiento por sus desvelos a favor de la infanta. Como las empresas del Ibex35 que contrataban a Urdangarin y Torres para no se sabe qué aunque es fácil de imaginar. Después de quemarse a lo bonzo defendiendo a la infanta Cristina con una beligerancia nunca antes observada, que le llevó incluso a enemistarse con el juez Castro y lanzarle acusaciones veladas de una presunta prevaricación, no queda más remedio que apartarse del primer plano mediático. Pero no cabe lamentarse de la  “sobreexposición pública” a la que ha estado sometido, pues nadie le obligó a dar conferencias en la Obra Cultural Balear, ni a salir en Vanity Fair, ni a posar en nochevieja ante el árbol de Navidad junto a su esposa. Son actuaciones de su exclusiva responsabilidad y que el resto de componentes de la Fiscalía Anticorrupción han evitado.
Es una lástima que la Fiscalía sea incapaz de retener a los talentos más sobresalientes y que demuestran tanto valor, capaces de exigir la dimisión del ministro del Interior pero no de ir un poco más allá y criticar al Fiscal General que había de “afinar” las informaciones que aquel le facilitase. El juez Castro retrasó su jubilación para no endosarle el muerto a sus compañeros. Horrach argumenta que esto no es un sacerdocio, pero nunca pareció un anacoreta ni un cenobita.




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